Tuesday, February 20, 2007

Mujeres de cine: Hoy "Rosita la de Tokio" de "Banderas de nuestros padres"


Poco, fijaros lo que os digo, poco, hemos tardado en darle vueltas al tema del cine y el género. Porque aún reconociendo que es un tema que nos tira, las simpáticas declaraciones de un digamos Don José Manuel Cuellar “No me follaría ni borracho a Katie Winslet en Juegos secretos (pobrecita, es mentira, ya no está tan redondita)” o un Mirito Torreiro “Menos mal, que en la peli de En sus zapatos / In Her Shoes había un tío dirigiendo y enmendando ese desaguisado de guión escrito por unas manos feminoides –color de uñas Magaret Astor nº 35” (ver anterior entrada: http://palomitas-en-los-ojos.blogspot.com/2007/02/uds-son-odiosos_18.html), esos comentarios, decía, han calentado y mucho los ánimos. Porque vamos a ver, a estos señores mayores, calvos, barrigudos y divorciados que son los críticos, a estos señores que tienen un yogurt y una alcachofa en la nevera y que dejan a la chica que les limpia la casa el dinero debajo del libro “Antología crítica del cine español”, a estos señores, ¿qué películas les gustan?. Pues cosas como “Flores rotas” / Broken Flowers de Jim Jarmush un sonoro pedo en la cara del espectador –con envoltorio moderno- en el que todas las mujeres se comportan como zorras o idiotas. O eso o acciones animadas de ayer y de hoy, al estilo de Clint Eastwood o de Takeshi Kitano –nosotros también disfrutamos de los buenos films de estos realizadores, pero quizás sin retraernos a la fase anal. Pero existe una gran diferencia entre “Flores Rotas” y “En sus zapatos”: que nadie prejuzga al primer film por el género de sus protagonistas o de sus realizadores. Otro ejemplo, a pesar de que la aburrida “Banderas de nuestros padres” termine con la frase: “Quizás no lucharon por la patria, pero lo hicieron por sus amigos” nadie dice: “¡oh! ya sabéis la típica película de chicos, colegueo y aniquilación del enemigo”. Nadie. Todo el mundo comprende que los protagonistas sean un fornido y sobreactuado grupo de hombres y que las mujeres se reduzcan al papel de madres sufrientes y esposas solícitas, en fin, era la guerra. Todo el mundo comprende que a Clint Eastwood le interese el campo de batalla y de la retaguardia, el marketing de la guerra, y obvie, por ejemplo, el trabajo de las mujeres en las fábricas de armamento. Y todo eso, ¿por qué?. Porque esta bastante asumido que la mujer es una excusa en la trama, un paisaje, un ruido de fondo. Pero hemos de ser exactos, en “Banderas de nuestros padres” si que hay una mujer implicada en la batalla, una mujer que deja de ser bien inmueble y que esta metida de lleno en la guerra, y que aparece en la película … les dejo un minuto que piensen… una pista: el concepto de ruido de fondo le viene como anillo al dedo… en fin, no lo han adivinado. ¡¡¡Es la chica de la radio!!!.

Recordar que en una de las escenas, la que transcurre en el barco, de noche, antes de la batalla de Iwo Jima se oye una voz sensual que acompaña a música americana de los 40 y que dice cosas como “Perros americanos... vuestra guerra es ilegal…vuestras novias están viéndose con otros hombres…y ahora una alegre tonada de Glen Miller”. Pues resulta, que fiel a la verdad histórica, Clint Eastwood retrata a un personaje existió y que recibió el sobrenombre de Tokio Rose. Iva Ikoku Toguri, nació el 4 de Julio de 1916 en Los Ángeles, hija de unos inmigrantes japoneses, fue girl-scout, estudió biología y se especializó en zoología. Debido a que su madre estaba enferma de diabetes le tocó a ella representar a la familia en un viaje obligatorio a Japón cuando, según la tradición, algún familiar esta cerca de la muerte –su tía Shizu enfermó gravemente en 1941. Embarcando deprisa y sin más papeleo que un certificado de estudios, el ataque a Pearl Harbor le pilla en el país nipón. Intenta huir pero los burócratas americanos paralizan su petición y es olvidada en la última evacuación. Por otro lado, ante las autoridades japonesas se declara americana y pide ser internada en un campo de concentración junto a otros de sus conciudadanos, pero las autoridades obvian su petición debido a su ascendencia japonesa. Así mismo, los vecinos de su familia ejercen una enorme presión a causa de sus costumbres extranjeras –deploraba, entre otras, la cocina japonesa- y se encuentra con las maletas en la calle y ni siquiera puede optar a la comida racionada ya que es considerada una extranjera. Deambula por las calles y es internada en un hospital con un pronostico de grave malnutrición. Intenta recuperarse dando clases de piano y mecanografía, trabajo que le permite pagarse sus clases de japonés -no dominaba el idioma- y que le da acceso a un puesto transcribiendo noticias de los medios extranjeros. Así es como se entera de que irónicamente, y a pesar de sus peticiones, ella como americana que vive en Japón no ha sido internada en un campo de concentración, pero en cambio su familia como americanos que vivían en los EE.UU., sí –su madre no ha podido resistir el traslado al “Centro de Reubicación del Río Gila, Arizona” y muere. Finalmente acaba trabajando para la Radio Japonesa en un programa producido por el Mayor Charles Cousens –antiguo locutor, prisionero de guerra y torturado hasta ser forzado a colaborar con los media enemigos- titulado The Zero Tour. The Zero Tour, el programa que posiblemente se oye en la película, tuvo un total de 340 emisiones en las se alternaba propaganda anti-americana y música popular de ese país. Y en el que trabajaron unas 20 señoritas japonesas que recibieron el sobrenombre primero de “Ann” por “annoucer” y después “Orphan Ann”. Es decir, que nunca existió una “Tokio Rose” sino que este era el sobrenombre con que los marines llamaban a las 20 “Orphan Ann”, una voz que con sus pausas melodramáticas y calidez antiamericana sirvió de estímulo erótico para una generación de muchachotes: “Qué tal estuvo eso para comenzar?... Bien, ahora escúchenme hacer un delicado ataque a los huérfanos del Pacífico Sur. Sargento! Dónde diablos está ese coro de huérfanos? Ah, ahí están los muchachos. Ann está aquí!... Que tal si cantan para mí esta noche? No quieren? Está bien, malagradecidos, me entretendré yo sola y ustedes vayan a jugar con los mosquitos. Gracias Señor Payne... cuando esté listo...".

Pero la guerra acabó y Japón fue invadido. Con las tropas llegaron a Tokio cientos de periodistas ávidos de noticias, una de las más buscadas era ponerle cara a la voz de Tokio Rose. Alguien dio el nombre de Iva, y unos malvados periodistas del amarillo imperio Hearst le ofrecieron $10,000 por una declaración firmada en la que afirmaba ser Tokio Rose. Iva necesitaba el dinero, casada y habiendo vivido la guerra en una país extranjero se veía abocada a vivir la posguerra en un país destrozado por sus propios compatriotas. Además, Tokio Rose, como todos sabían, no existía. Un terrible error. Fue inmediatamente deportada a San Francisco, EE.UU. donde una prensa furibunda y racista se frotaba las manos con la ganancias que siempre reporta un chivo expiatorio. El presidente Truman se vio forzado a exigir que se le juzgara ya que al no haber renunciado a su nacionalidad americana había cometido “traición a la patria”. El juicio que comenzó en 1949 y en el que se oyó la inculpación de sus compañeros de la Radio Japonesa fue el más caro de la historia americana hasta ese momento – 9 millones de dólares. Pena: se le arrebató la nacionalidad americana, y se le condenó a pagar 10.000 dolares y a pasar 10 años en prisión –donde fue una prisionera modelo, pena reducida a 7 años. A su salida se iniciaron las vistas para deportarla al Japón, pero no prosperaron. Como dicen en una pagina web: “felizmente se le permitió residir en su tierra natal”. A estas alturas de su relato, creo que habría que preguntarle a ella si estaba feliz o quería acabar con la humanidad.

En 1977 al presidente Gerald Ford finalmente se le cayó la cara de vergüenza después de leer su historia en un periódico y decidió darle una pensión por falso encarcelamiento –no así una disculpa. Pensión que disfrutó hasta 2006, año en que murió. Sorprendentemente no se le relacionó con el 11S.

Esta simpática historia nos sirve para hacer dos reflexiones:

- Primera: ¿Por qué Clint Eastwood nos cuenta la aburridísima historia de los pavisosos maromos que levantaron la segunda bandera provisional de Iwo Jima y se guarda esta joya para si?. ¿Saldrá en Cartas desde Iwo Jima? ¿Quién me lleva a verla esta semana?.
- Si alguna vez os sentís fuera de lugar en alguna reunión en la que queréis integraros, pensar en Iva Ikoku Toguri, que descanse –finalmente- en paz.

Como propina y preparándome para Cartas desde Iwo Jima una cuanta propaganda anti japonesa -Mr Jap, you,re a sap- y unas palabras de Tokio Rose:


"Gracias... gracias... Saludos para todos! Esta es su pequeña compañera de juegos, quiero decir su acérrima enemiga Ann, con un programa de peligrosa y perversa propaganda para mis víctimas en Australia y el Pacífico Sur... Prepárense! Ustedes infortunadas criaturas... Aquí voy!... Peter Dawson cantando 'Old Man River'...


4 comments:

Anonymous said...

dios mio! desde este trite locutorio de zona de putas de Madrid, con un frio apestoso, me acabas de descubrir mi alter-ego.....IVA. Yo tambien naci el 4 de julio, fui medio scout (en su version catalana no comebolas) y aqui me tienes, en biologia.....solo espero que mi vida no siga como la de ella, la verdad!!
Me ha encantado la historia, a ver cuando te pones a escribir guiones, porque chico, ideas no te faltan. Solo necesitas los xxx millones de dolares para luego haer la peli.
muy bonito todo....un beso gordo.
T'anyoro
sara

Anonymous said...

Gran historia la de Rosita, mejor sin duda que la de los soldados de la bandera de marras, que no cuenta nada que no sepamos. También en Million Dollar Baby, el abuelo Clint demuestra poco interés por el personaje de la chica, que en el fondo solo tiene sentido en función del que interpreta él.

Pocos personajes femeninos interesantes se ven en las películas, especialmente en el cine más comercial. El otro día hice una estadística de andar por casa y salió así: de las 47 películas que había en la cartelera de Valencia la semana pasada, 28 estaban protagonizadas por hombres (algunas casi en exclusiva como Banderas, Infiltrados, Ases calientes, 13 Tzameti o El gran silencio), solo 9 por mujeres, ¡9!, y 10 con protagonismo, digamos, compartido (aunque en algún caso más que discutible como La caja Kovak, con ese lamentable personaje femenino-florero). Pá qué más.

Anonymous said...

Porque hay vidas que parecen pesadillas. Pobre Iva, con esa cara de buena chica.
Habría que preguntarles hoy a los de Guantanamo.
¡Y aun nos quejamos!

Anonymous said...

Que bien que nos cuentes la historia de la misteriosa voz de la radio! Casi me muero cuando oí lo que decia en banderas de nuestros padres y luego no se decia nada, ni se sabia de donde salian esas cabronadas de comentarios increibles! yo tambien pienso que algo aparecera en Cartas desde Iwo Jima, que menos!a ver si la vamos a ver pronto.Me gusta mucho tu blog, te dejare comentarios disparatados siempre que pueda. Arriba Kate Winslet! Abajo los críticos rancios!!