Monday, February 26, 2007

¡¡¡ Eh, Lynch vete a Missoula de donde nunca debiste haber salido!!! un criticazo de INLAND EMPIRE


Recuerdo una entrevista a Francis Ford Coppola, en la que sentado ceremoniosamente en los campos de su rancho –quizás delante del barco de “Apocalipsis Now” que tiene plantado en su jardín-, hablaba con sentencias diciendo cosas como: “Con la aparición de las cámaras digitales asistiremos al nacimiento de un nuevo cine, en el que una chica gordita de Wisconsi podrá hacer una película maravillosamente sensible que revolucionará el arte de narrar con imágenes”. Hasta el momento hemos visto pocas películas de esa mítica chica gordita de Wisconsi, llamémosla Mary Ellen –a excepción de ese trabajo increíble que es Nationale 7 (2000) de Jean-Pierre Sinapi -, y, en cambio sí que hemos visto mucha basura. De la basura rodada en cámara digital, Inland Empire es la peor y más pretenciosa bazofia de todas. Definitivamente. De un medio, el digital, que podía abaratar la producción y permitir que los (ya) viejos maestros del cine se liberen de las malvadas garras de la producción de Hollywood y experimentar. Hemos pasado, gracias a David Lynch, a algo que Jordi Costa llama “la primera obra maestra del poscine” y que en mi casa llaman “el perro solo, bien se lame”. Porque Inland Empire es eso, una sonora, húmeda y reiterativa (auto) lamida de pene, como la de un perro en una calurosa tarde de verano.



Algo que si me apuran no es, ni siquiera, experimentar. Experimentar es lo que hizo un joven Akira Kurosawa con 80 años en Los sueños de Akira Kurosawa / Yume cogiendo una cámara de video y haciendo una mirada poética y sentida a aquello que le fascinaba – una película, por cierto, producida internacionalmente por Steven Spielberg. O Fellini, que aunque en algunos momentos flojeo, se dejó llevar y se conformó –quizás por cansancio puramente físico- con ser él mismo y trasmitirnos sus obsesiones amplificadas en Cinecitta, nunca, nunca perdió su chispa de creador de teatrero capaz de engañarnos. Lynch, en cambio, no engaña a nadie. Ni a los espectadores de Venecia, que le abuchearon sonoramente, ni a las cinco de las veinte personas que ayer se salieron del cine entre resoplidos.

Esta película decepcionante cansa aún más al saber que Lynch es capaz –o mejor en pasado: ha sido capaz- de crear imágenes hermosas y turbias. Pero de esas imágenes tan conmovedoras como cargadas de humor – desde Cabeza borradora/ Eraserhead a esa joya del cortometraje que es The Cowboy and the Frenchman incluida en la película "Français vus par, Les"- ni hay ni rastro en INLAND EMPIRE –así en mayusculas, como quiere Lynch. No busquen la emoción de una historia turbadora o las poderosa escenografía kafkiana de la América profunda, nada. Tan sólo unos primeros planos aburridos y feos donde uno puede ver con todo lujo de detalle como Laura Dern interpreta de manera infantil la obra de teatro “Alicia en el país de las marvillas”en el reformatorio mental de Charenton - donde estaba ingresado Sade. Pero ni tan siquiera con eso consigue emocionar, ya que la pesadilla de Laura Dern queda sepultada por una gran cantidad de caspa y naftalina. Porque INLAND EMPIRE es una película que parece surgida de la noche de los tiempos, de los peores momentos de la cinematografía de los 60 –donde todo (el cine, el arte, la sociedad…) se iba a reinventar… para que todo siguiera igual. Es en este punto donde podemos enlazar esta obra –llamémosla “obra”- con toda una gran tradición cultural: la del “bluff” intelectual. Ese tipo de películas que aún adscribiéndose a un género, estilo, o corriente artística, y siendo correctas dentro de él, pues como que no tienen gracia, son como versiones desaliñadas, deslabazadas de grandes éxitos. El surrealismo cinematográfico tiene un montón de ellas. Por ejemplo, continuamos temblando con Un perro andaluz / Un chien andalou de Buñuel pero nos parecen un pastiche snob La concha y el clerigo / Coquille et le clergyman, La de Germanie Dulac o La bella y la bestia / Belle et la bête, La de Jean Cocteau. INLAND EMPIRE encaja dentro de esta tradición, es una película de museo de arte moderno, de hecho, diría que de museo de arte moderno aburrido –los hay que son una especie de parques de atracción culturales del capitalismo. ¿Y dentro de que corriente se adscribe INLAND EMPIRE para ser un pálido reflejo de una buena película?. Pues dentro del género de uno mismo y su mecanismo. Es decir, INLAND EMPIRE es una mala película de vanguardia – que nadie espere buen cine americano de vanguardia, que haberlo lo hay- dentro del género lynchiano. O como dijo Javier Cortijo de El Mundo: “el de Missoula ha echado literalmente el resto y (…) se ha auto homenajeado a conciencia y demencia”. No haremos una listado exhaustivo de los lugares comunes del “de Missoula” pero salve decir que en la película excepto un enano que hable al revés está todo Lynch concentrado –y algún robo a mano armada: Fellini- como si fuera un resumen de una gran novela para el Reader Digest.

La película, en fin, se puede considerar como un canto indirecto a la figura del productor. Porque está claro que los productores de cine son señores disparatados, constructores enriquecidos, presidentes de algún club de balompié, ex concejales de urbanismo, mafiosos de largos puros que dicen cosas como “yo no sabré lo que es arte pero sé lo que me gusta o no”. O en su vertiente americana, los productores son robots programados por las multinacionales que cargados de estadísticas desean encontrar la película perfecta para todos los gustos: “que el protagonista sea un héroe masculino sin fisuras, la chica del protagonista actué como una zorra que no sabe andar con tacones y que el gracioso amigo negro del protagonista muera en su último día de servicio”. Pero mi pregunta es, ¡¡¡Dios Mio!!!, en este mundo ultracapitalista ¿¿¿no somos todos un poco así???... No somos unos nuevos ricos resentidos sin la más mínima cultura, gente llena de prejuicios, ignorantes que sólo deseamos hora y media de una necia diversión que reafirme nuestras escasas ideas. Y si, tal como creo, somos millones, ¿¿¿POR QUÉ NADIE LE HA PARADO LOS PIES A DAVID LYNCH???. ¿¿¿Eh???. En una película fetiche de Minnelli como es Cautivos del mal /The Bad and the Beautiful dicen una frase estupenda refiriéndose a la relación director – productor, en la que se deja claro que el comerciante y el artista no tienen que entenderse, sino que cada uno tiene que hacer su trabajo: “Las mejores películas de Hollywood han surgido de la colaboración personas que se odiaban entre si”. A partir de INLAND EMPIRE – y su terrible segunda parte- está claro que a Lynch no le faltarán colaboradores que piensen que es un ser odioso. Apúntenme en esa lista.


PD: Si quieren ver alguien que no sé si revolucionará el cine pero que por lo menos no lo dejará morir de asco agénciense Gummo o Julien Donkey-Boy de Harmony Korine –por cierto su última peli Mister Lonely esta en posproducción, entre los personajes de la película están Michael Jackson, Marilyn Monroe, The Queen of England, James Dean, Charlie Chaplin, Abraham Lincoln, y Little red riding hood …vamos, todos el mundo que es alguien en la historia, el espectáculo.. y eso…

Críticas

"Abandonen toda esperanza de lógica (...) tres horas de fascinante (a veces irritante) incoherencia (...) Lynch trata la pantalla como un lienzo en el que da forma a sus ideas abstractas. (...) Puntuación: ***1/2 (sobre 4)."
(Peter Travers: Rolling Stone)
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"Inland empire se abre y se contrae en su imaginación mientras la mira, y aún la sigue mirando cuando ha acabado la proyección. Es larga pero aún me siento absorbido por ella. Sigue jugando en mi cabeza, como un archivo comprimido descargado que se amplía y se instala en mi cerebro. Este film de David Lynch puso un virus digital en mí.
(Roger Ebert : Chicago Sun-Times) **** (sobre 4)
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"Lynch perpetra un interminable desvarío. (...) lleva al paroxismo las obsesiones de su enfermizo cine."
(Carlos Boyero: Diario El Mundo)
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"Una macedonia de los peores tics de Lynch. (...) Dura 3 horas y no hay ni un solo minuto de ellas en el que el espectador haga pie." (E. Rodríguez Marchate: Diario ABC)
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"Inland Empire es un viaje hacia abajo, el calvario de una Alicia descendiendo la escalera de caracol de un interminable ataque de pánico (...) Lynch se revela como creador de poderosas imágenes oníricas, inconfundiblemente lynchianas, en el nuevo formato digital y, por si alguien lo dudaba, no, no hay nada gratuito en estas casi tres horas de hipnótico metraje." (Jordi Costa: Fotogramas) ***** (sobre 5)

"En las afueras del sentido. (...) Lynch cumple, finalmente, el sueño de los surrealistas: lograr que el inconsciente doblegue de una vez por todas a la narrativa convencional. Aquí está la primera obra maestra del poscine."
(Jordi Costa: Diario El País)
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"Obra maestra (...) hito en la concepción del cine en el siglo XXI, una obra realmente moderna y decisiva en el panorama cultural actual (...) contiene algunos de los momentos más aterradores vistos en un film en los últimos años."
(Angel Sala: Imágenes de actualidad) **** (sobre 4)
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"Hablar de argumento en 'Inland Empire' es casi una ordinariez. (...) ¿Totum revolutum?¿Sancta sanctorum? Sin duda. De todo, menos tomadura de pelo. (...) ¿Qué tiene de malo echarse una partidita y desperezar a ese fósil llamado Séptimo Arte? (Javier Cortijo: Diario ABC)

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Un anónimo por internet: Otra vez un genio incomprendido, q es asi como se llama a los gilis q hacen pelis q solo entienden cuatro gilipollas y se apoya entre ellos, pero luego pones la peli en el cine y a ni su puta madre le ha gustado

Tuesday, February 20, 2007

Mujeres de cine: Hoy "Rosita la de Tokio" de "Banderas de nuestros padres"


Poco, fijaros lo que os digo, poco, hemos tardado en darle vueltas al tema del cine y el género. Porque aún reconociendo que es un tema que nos tira, las simpáticas declaraciones de un digamos Don José Manuel Cuellar “No me follaría ni borracho a Katie Winslet en Juegos secretos (pobrecita, es mentira, ya no está tan redondita)” o un Mirito Torreiro “Menos mal, que en la peli de En sus zapatos / In Her Shoes había un tío dirigiendo y enmendando ese desaguisado de guión escrito por unas manos feminoides –color de uñas Magaret Astor nº 35” (ver anterior entrada: http://palomitas-en-los-ojos.blogspot.com/2007/02/uds-son-odiosos_18.html), esos comentarios, decía, han calentado y mucho los ánimos. Porque vamos a ver, a estos señores mayores, calvos, barrigudos y divorciados que son los críticos, a estos señores que tienen un yogurt y una alcachofa en la nevera y que dejan a la chica que les limpia la casa el dinero debajo del libro “Antología crítica del cine español”, a estos señores, ¿qué películas les gustan?. Pues cosas como “Flores rotas” / Broken Flowers de Jim Jarmush un sonoro pedo en la cara del espectador –con envoltorio moderno- en el que todas las mujeres se comportan como zorras o idiotas. O eso o acciones animadas de ayer y de hoy, al estilo de Clint Eastwood o de Takeshi Kitano –nosotros también disfrutamos de los buenos films de estos realizadores, pero quizás sin retraernos a la fase anal. Pero existe una gran diferencia entre “Flores Rotas” y “En sus zapatos”: que nadie prejuzga al primer film por el género de sus protagonistas o de sus realizadores. Otro ejemplo, a pesar de que la aburrida “Banderas de nuestros padres” termine con la frase: “Quizás no lucharon por la patria, pero lo hicieron por sus amigos” nadie dice: “¡oh! ya sabéis la típica película de chicos, colegueo y aniquilación del enemigo”. Nadie. Todo el mundo comprende que los protagonistas sean un fornido y sobreactuado grupo de hombres y que las mujeres se reduzcan al papel de madres sufrientes y esposas solícitas, en fin, era la guerra. Todo el mundo comprende que a Clint Eastwood le interese el campo de batalla y de la retaguardia, el marketing de la guerra, y obvie, por ejemplo, el trabajo de las mujeres en las fábricas de armamento. Y todo eso, ¿por qué?. Porque esta bastante asumido que la mujer es una excusa en la trama, un paisaje, un ruido de fondo. Pero hemos de ser exactos, en “Banderas de nuestros padres” si que hay una mujer implicada en la batalla, una mujer que deja de ser bien inmueble y que esta metida de lleno en la guerra, y que aparece en la película … les dejo un minuto que piensen… una pista: el concepto de ruido de fondo le viene como anillo al dedo… en fin, no lo han adivinado. ¡¡¡Es la chica de la radio!!!.

Recordar que en una de las escenas, la que transcurre en el barco, de noche, antes de la batalla de Iwo Jima se oye una voz sensual que acompaña a música americana de los 40 y que dice cosas como “Perros americanos... vuestra guerra es ilegal…vuestras novias están viéndose con otros hombres…y ahora una alegre tonada de Glen Miller”. Pues resulta, que fiel a la verdad histórica, Clint Eastwood retrata a un personaje existió y que recibió el sobrenombre de Tokio Rose. Iva Ikoku Toguri, nació el 4 de Julio de 1916 en Los Ángeles, hija de unos inmigrantes japoneses, fue girl-scout, estudió biología y se especializó en zoología. Debido a que su madre estaba enferma de diabetes le tocó a ella representar a la familia en un viaje obligatorio a Japón cuando, según la tradición, algún familiar esta cerca de la muerte –su tía Shizu enfermó gravemente en 1941. Embarcando deprisa y sin más papeleo que un certificado de estudios, el ataque a Pearl Harbor le pilla en el país nipón. Intenta huir pero los burócratas americanos paralizan su petición y es olvidada en la última evacuación. Por otro lado, ante las autoridades japonesas se declara americana y pide ser internada en un campo de concentración junto a otros de sus conciudadanos, pero las autoridades obvian su petición debido a su ascendencia japonesa. Así mismo, los vecinos de su familia ejercen una enorme presión a causa de sus costumbres extranjeras –deploraba, entre otras, la cocina japonesa- y se encuentra con las maletas en la calle y ni siquiera puede optar a la comida racionada ya que es considerada una extranjera. Deambula por las calles y es internada en un hospital con un pronostico de grave malnutrición. Intenta recuperarse dando clases de piano y mecanografía, trabajo que le permite pagarse sus clases de japonés -no dominaba el idioma- y que le da acceso a un puesto transcribiendo noticias de los medios extranjeros. Así es como se entera de que irónicamente, y a pesar de sus peticiones, ella como americana que vive en Japón no ha sido internada en un campo de concentración, pero en cambio su familia como americanos que vivían en los EE.UU., sí –su madre no ha podido resistir el traslado al “Centro de Reubicación del Río Gila, Arizona” y muere. Finalmente acaba trabajando para la Radio Japonesa en un programa producido por el Mayor Charles Cousens –antiguo locutor, prisionero de guerra y torturado hasta ser forzado a colaborar con los media enemigos- titulado The Zero Tour. The Zero Tour, el programa que posiblemente se oye en la película, tuvo un total de 340 emisiones en las se alternaba propaganda anti-americana y música popular de ese país. Y en el que trabajaron unas 20 señoritas japonesas que recibieron el sobrenombre primero de “Ann” por “annoucer” y después “Orphan Ann”. Es decir, que nunca existió una “Tokio Rose” sino que este era el sobrenombre con que los marines llamaban a las 20 “Orphan Ann”, una voz que con sus pausas melodramáticas y calidez antiamericana sirvió de estímulo erótico para una generación de muchachotes: “Qué tal estuvo eso para comenzar?... Bien, ahora escúchenme hacer un delicado ataque a los huérfanos del Pacífico Sur. Sargento! Dónde diablos está ese coro de huérfanos? Ah, ahí están los muchachos. Ann está aquí!... Que tal si cantan para mí esta noche? No quieren? Está bien, malagradecidos, me entretendré yo sola y ustedes vayan a jugar con los mosquitos. Gracias Señor Payne... cuando esté listo...".

Pero la guerra acabó y Japón fue invadido. Con las tropas llegaron a Tokio cientos de periodistas ávidos de noticias, una de las más buscadas era ponerle cara a la voz de Tokio Rose. Alguien dio el nombre de Iva, y unos malvados periodistas del amarillo imperio Hearst le ofrecieron $10,000 por una declaración firmada en la que afirmaba ser Tokio Rose. Iva necesitaba el dinero, casada y habiendo vivido la guerra en una país extranjero se veía abocada a vivir la posguerra en un país destrozado por sus propios compatriotas. Además, Tokio Rose, como todos sabían, no existía. Un terrible error. Fue inmediatamente deportada a San Francisco, EE.UU. donde una prensa furibunda y racista se frotaba las manos con la ganancias que siempre reporta un chivo expiatorio. El presidente Truman se vio forzado a exigir que se le juzgara ya que al no haber renunciado a su nacionalidad americana había cometido “traición a la patria”. El juicio que comenzó en 1949 y en el que se oyó la inculpación de sus compañeros de la Radio Japonesa fue el más caro de la historia americana hasta ese momento – 9 millones de dólares. Pena: se le arrebató la nacionalidad americana, y se le condenó a pagar 10.000 dolares y a pasar 10 años en prisión –donde fue una prisionera modelo, pena reducida a 7 años. A su salida se iniciaron las vistas para deportarla al Japón, pero no prosperaron. Como dicen en una pagina web: “felizmente se le permitió residir en su tierra natal”. A estas alturas de su relato, creo que habría que preguntarle a ella si estaba feliz o quería acabar con la humanidad.

En 1977 al presidente Gerald Ford finalmente se le cayó la cara de vergüenza después de leer su historia en un periódico y decidió darle una pensión por falso encarcelamiento –no así una disculpa. Pensión que disfrutó hasta 2006, año en que murió. Sorprendentemente no se le relacionó con el 11S.

Esta simpática historia nos sirve para hacer dos reflexiones:

- Primera: ¿Por qué Clint Eastwood nos cuenta la aburridísima historia de los pavisosos maromos que levantaron la segunda bandera provisional de Iwo Jima y se guarda esta joya para si?. ¿Saldrá en Cartas desde Iwo Jima? ¿Quién me lleva a verla esta semana?.
- Si alguna vez os sentís fuera de lugar en alguna reunión en la que queréis integraros, pensar en Iva Ikoku Toguri, que descanse –finalmente- en paz.

Como propina y preparándome para Cartas desde Iwo Jima una cuanta propaganda anti japonesa -Mr Jap, you,re a sap- y unas palabras de Tokio Rose:


"Gracias... gracias... Saludos para todos! Esta es su pequeña compañera de juegos, quiero decir su acérrima enemiga Ann, con un programa de peligrosa y perversa propaganda para mis víctimas en Australia y el Pacífico Sur... Prepárense! Ustedes infortunadas criaturas... Aquí voy!... Peter Dawson cantando 'Old Man River'...







Sunday, February 18, 2007

Uds son odiosos

























El padre de una amiga decía que todos tenemos dos trabajos: el nuestro propio –profesor, conductor de autobuses, alcaldesas de un mágico territorio…- y el de crítico de cine. Eso es posible a que el crítico de cine comparte con el género humano una capacidad innata, la de sentir un odio profundo. Pero creo que el odio no es un mal sentimiento si se sabe dirigir acertadamente –otra cosa es que se diluya y uno acabe teniendo una peculiarísimas opiniones sobre la inmigración, el proceso de pax o la guerra civil. Por eso os propongo en esta sección regular del blog que imitemos a los zombies sociales de la novela de 1984 de George Orwell y juntándonos dirijamos nuestro odio hacia alguien o algo en particular. Hoy inaugura la sección el Sr. Don José Manuel Cuellar, crítico del antes extremista periódico ABC, quien al hablar de la película Juegos secretos / Little Children (2006) dice estas lindezas: “Vaya por delante un matiz: la película parte de una falsa premisa: es imposible, pero imposible del todo punto, que la regordeta de Winslet (pobrecita, es mentira, ya no está tan redondita) le levante nada a Jennifer Connelly y, mucho menos, el marido. Pero imposible de todo punto. Ahí no hay color ni discusión. Una vez dicho esto, diremos más: es una buena película. No hay cosa que guste más a los europeos que el hecho de que los norteamericanos bu…”. A partir de aquí puede decir misa, porque ya se ha cagado en la boca de los lectores. Ódienlo, ódienlo.

Adjunto fotos de las señoritas: ¡¡¡ABAJO LA CRÍTICA FALOCENTRICA!!!: http://www.abc.es/20070209/espectaculos-cine/lobos-piel-lobos_200702090336.html

Por cierto, el actor que interpretaba al pederasta del barrio, Jackie Earle Haley va para el oscar al mejor secundario.

Orgón a go-go: un criticazo de SHORTBUS

Según el sexólogo, psicólogo, filósofo, y enloquecido doctor Wilhem Reich el orgón es la energía que desprendemos durante la sacudida del orgasmo. Para Wilhem Reich está explosiva energía –medible con el orgonometro- no sólo estaba en el origen del universo sino que tenía múltiples aplicaciones, verbi gratia curar el cáncer, agrupar y separar las nubes –según el día- y rayar la cebolla muy pequeñita muy pequeñita muy pequeñita y sin estropear las uñas. A John Cameron Mitchell, director de Shortbus el orgón le sirve como hilo conductor y fuente de energía alternativa para las historias cruzadas de unas personas terriblemente modernas en el Manhanttan de hoy en día. Una sexóloga que nunca he tenido un orgasmo, una pareja de gays que desean renovar su relación y una dominatrix sensible son los principales personajes que pululan por el salón multisexual Shortbus que según el director estaba “inspirado en el modelo parisino de Gertrude Stein”. Declaraciones grandilocuentes para una película que convierte el salón literario y sáfico de Gertrude Stein en una pijama party. Ya que según John Cameron Mitchell las improvisaciones con los actores en las que se basa la película empezaron con actividades como “hacer girar una botella entre cien personas. La persona escogida por la botella debía montárselo con quien la había hecho girar”. O con votaciones y complicadas gráfica sobre quién-le-gustaba-a-quién. Y es justamente este carácter de conversación desinhibida sobre sexo entre quinceañeras – ya sabéis: “John y yo hemos llegado a la segunda base (ver nota adjunta)”- lo mejor de la película. Es de agradecer el tufo que destila toda la película de fiesta desinhibida y escandalosamente naif sobre sexo – aquí la actuación de Paul Dawson, PJ DeBoy, Raphael Barker, Peter Stickles es muy física en un sentido muy estricto: enseñan prolijamente sus penes enhiestos.

Pero, no es menos gratificante que junto a esta celebración del cuerpo y sus necesidades exista un cierto mal rollo –llámemelo spleen, angst o annui- en el que el sexo no soluciona todo, pero sirve para pasar el rato: tras correrse en los cinco primeros minutos del filme uno de los protagonista se echa a llorar. Pero pese a esto y a declaraciones como “Es como los 60 pero sin esperanza [y sin conciencia política, añadiría]” creo que no hay que dejar una cosa clara: Shortbus no es una película sobre el deseo, es una película sobre el Orgón y su fuerza, es decir, es un relato sobre correrse. Cuando deseamos cosas –frotarnos, vaya- siempre somos ridículos –vean Perdición /Double Indemnity de Billy Wilder o en otra división muy inferior, pero que no está mal, la reciente Juegos secretos / Little Children de Todd Field-, como decía, cuando deseamos somos siempre ridículos, pero cuando nos corremos solamente hacemos caras. O dicho de otro modo: es una película superficial pero divertida, y rara como una mueca. No obstante, ese estar pegado al bajo vientre es -junto a la cháchara alocada sobre sexo que comentábamos antes-, lo mejorcito de la película: esa abundancia de apéndices, esas teorías sobre el cuerpo como de dogrados, esas múltiples combinaciones entre personas, pajeras, razas y especies son un verdadero aire fresco, eso si, de aire acondicionado. ¿Y lo peor?… la cosa esta como de cuentecito de hadas que tiene. Todos sabemos que Shortbus no existe –y yo casi dudo que el Nueva York que el director retrata exista, porque por simple estadística a mi me salen más mal follados en NY que en Valencia. Todos sabemos que cuando hablamos de un local de ambiente liberal hablamos de culos sudorosos de parejas alemanas pegados a sillones de sky y no de delirantes espacios llenos de cuerpos perfectos. Una idealización que hace que la película se contradiga constantemente, porque por un lado el sexo que se practica en la película no es capaz de mitigar el dolor y los problemas de sus protagonistas, pero por otro lado cuando todos consigamos el gran orgasmo todo será maravilloso. Y admitámoslo, esa no es la mejor actitud para dilatar. Todo esto lo achaco –hablar por no callar- a que la locaza del director –que se parece físicamente a Brenda, la de A dos metros bajo tierra- tiene una infancia de aupa: “Bueno, es comprensible. Personalmente crecí en un ambiente católico-militar donde el sexo era una cosa aterradora y, por lo tanto, fascinante”. Y creo que es esa fascinación de provinciano reprimido la que motiva, provoca y hace de esta película un entretenimiento con sus altibajos pero que no deja de sorprender agradablemente. A ver.

Calificación: 3 estremecimientos.

Para aclararnos: Es como si la loca filipina que servía a Elizabeth Taylor en Reflejos en un ojo dorado hubiera estudiado cine en la universidad de UCLA.

Si te gustó: Échale un vistazo a Bob & Carol & Ted & Alice (1969) una película sobre parejas que deciden experimentar sobre sexo y las relaciones en el ambiente liberal de los 60. Gracias a su mala leche envejecerá mejor que Shortbus.

La ogra del cine - ¡¡¡¡niños salgan de mi jardín!!!- dijo: “Me llevé una pequeña decepción”

Friday, February 16, 2007

Conversaciones sobre cine


Como predijo la necia concursante de Gran Hermano Aída respondiendo a las acusaciones de robo de un bote de colonia: “¡¡¡sabes lo que te digo… a cada uno le llega su San Bernardo!!!”, mi San Bernardo ha llegado, y superando una considerable vergüenza propia finalmente me he abierto un blog. Un blog dedicado al cine. Un blog dedicado a la crítica de cine -glups- hecha por gente que no sabe de cine. Por ese tipo de espectador con el que me identifico: el que habla a voces, el que se duerme y ronca, el que no se entera de nada y cuando acaba la película pregunta extrañado: “Pero… ¿esto lo había soñado?... o qué”. Vamos, un blog hecho por gente con palomitas en los ojos. Y, ¿por qué me he levantado como adalid de esa masa silenciosa que desprecia a voces el cine español?. Pues porque me paso muchas horas en el cine con Rosa, Cadenas, Áurea, Chelo y Sarita. Porque sé que ellos aprecian mis opiniones hasta doblar la esquina –Sara ni eso-, algo que no es reciproco –nuestras conversaciones sobre cine son extremadamente violentas. Porque, ¡¡¡que demonios!!!, yo de mayor quiero ser como Áurea Ortiz despreciando con su poder omnívoro las películas de los demás, haciendo justicia cósmica a través del suplemento del Levante entre los anuncios de asadores de cochinillos y macrodiscotecas. Por eso, y porque las opiniones son como los culos, todo el mundo tiene uno –y el de Vergara es muy grande.

Pronto, más.