Friday, April 27, 2007

"Cartas desde mi prima" un criticazo de CARTAS DESDE IWO JIMA






Esta semana me fui al conocido “Cine Estudio D´Or” - Almirante Cadarso, 31- , uno de mis cines favoritos y una de las pocas joyas que conserva Valencia. El D´Or es un cine de sesión doble, popular y de barrio. Allí acuden las clases pasivas, los jubilados, los estudiantes, los pervertidos, las amas de casa y las funcionarias. También algún opositor aburrido. En el D´Or se habla en voz baja, se comen bocadillos de tortilla de patata y hasta hace poco te podías comprar una cerveza en la máquina automática para disfrutar de una sesión doble compuesta, impepinablemente, por una película buena que es la que actúa de gancho (la que has ido a ver) y por una película de alto contenido erótico. Porque el “D´Or” es un cine especializado en un género que podríamos denominar como “delirio erótico”; allí hemos visto grandes títulos de esta corriente como: Solo para clarinete, Intimidad, Nine songs o recientemente Shortbus. Películas dedicadas a las últimas filas donde se sientan oscuros y vetustos señores que, parafraseando a Jaime Gil de Biedma, viven “entre las ruinas de su sexualidad” … en el D´Or si uno pone la oreja puede oír las famosas “toses de corrida”. El D´Or es un lugar maravilloso porque, precisamente continúa siendo un lugar. Un sitio donde estar, como un parque o una plaza. Un refugio donde quedarse toda una tarde sin que parezca que uno está consumiendo sino que uno, simplemente, está estando. Así el D´Or con su fauna de viejos, locos y parados –allí no van pandillas de quinceañeros con el flequillo perfecto- está en las antípodas de los multi, mega y mierdaplex, grandes cines situados en centros comerciales y que crecen donde deben de estar, en tierra de nadie, en antiguos barrancos o vertederos, a las afueras de la ciudad, o a la entrada de alguna fría urbanización.
Aquella tarde el D´Or me ofrecía por 3 eurazos dos dramones relacionados con cartas: Cartas desde Iwo Jima, cuya crítica quedó pendiente desde hace meses y una de la Isabel Huppert, Gabrielle de la que no había oído nada, pero que ya me imaginaba que iba a ser una cosa como pegajosa y erótica.

Con Cartas desde Iwo Jima, Clint Eastwood completa su díptico sobre gente que se mata entre si, y que había iniciado con Banderitas de nuestros padres. La película, sin dejar de ser interesante desde el punto de vista del aburrimiento, planteaba una duda: ¿era necesario realizar otra versión de la misma batalla, la de Iwo Jima, contando la versión japonesa para acabar alabando los mismos valores que desde el punto de vista americano?. Pues no, la verdad. Cartas desde Iwo Jima mucho más preciosista (eso sí, sin colorines) y con mejores actores que la primera, incide en los mismos temas que Banderitas de nuestros padres, como son la desesperación que produce la guerra (tanto en vencedores como en vencidos), el honor viril como virtud cívica, la camaradería de armas y una crítica a la guerra no a través de las instituciones que la motivan (el estado, el ejercito) sino a través de las personas que la protagonizan. En ese aspecto Cartas desde Iwo Jima sí que es un filme muy americano y clásico ya que reduce los conflictos nacionales, sociales y económicos a historias personales. Vaya, que no es una película sobre el conflicto americano-japonés sino que es un filme sobre americanos y japoneses matándose. Y ¿me quiere usted decir que los japoneses no tienen madre?. Pues claro que tienen: madre, padre, perrito que le ladre y un tío abuelo de Osaka que cuenta unos chistes verdes graciosísimos. Y así nos lo enseña Eastwood, que los japoneses hieren a un americano y le confiscan una carta y el general que sabía mucho la traduce: “Querida primo, al recibo de la presente dese usted por enterado que por casa estamos todos bien. Tía Enriqueta un poco malucha, ya sabes que estos aires de Oklahoma me la tienen resfriada”. Y total, que todos emocionadísimos porque todos se acordaban de sus tías Enriquetas y sus primas Maruchis, que no vivían en Oklahoma sino en Japón, pero que para el caso nos daba igual, que un soldado nos lo dice “Mi prima Mar-U-Chi me hubiese dicho lo mismo”, por si algún despistado no se había dado cuenta. Y todos muy emocionados y el coro de toses de corrida sonando al unísono.



En este cargar las tintas Cartas desde Iwo Jima me recordó a una famosa película alemana durante la Segunda Guerra Mundial, Der Ewige Jude (1940), pero a la inversa. El judío eterno fue un documental promovido por Goebbels en el que el gobierno nazi se dedicó a atacar a los judíos con toda la artillería de desinformación, lugares comunes y misticismo barato que su ministerio de propaganda fue capaz, utilizando para ello métodos tan propios del celo racista como la animalización del enemigo. Al final resultó un producto tan recargado y partidista que aburrió al público alemán de la época que prefería las mismas ideas pero en melodramas sobre sanas familias arias rotas por la avaricia judía. Como es de todos sabido y se puede apreciar en la foto de debajo, en su ataque contra el eje del mal Alemania-Italia-Japón el aparato propagandístico americano utilizó los mismos métodos que los nazis (conviertiendo al enemigo en animales), y parece que unas cuantas décadas después, la película de Clint Eastwood viene a devolver al japonés su categoría de ser humano ... bajito.

Pero Eastwood en su defensa, como Goebbels en su ataque, se pasa de la raya. Los japoneses a parte de tener un exacerbado amor por su emperador (como los americanos por la mercadotecnia tal como vimos en Banderitas de nuestros padres) y de ser mortíferas armas de guerra, pintan, hacen mermeladas, escriben haikus utilizando mucho las palabras “nubes” y “cerezo”, se dedican al noble arte de la papiroflexia, aman a los animales de compañía, respetan a sus mujeres y antepasados y no sé cuantas cosas empalagosas que los hacen tan aborrecibles como los americanos de Banderitas de nuestros padres. Pero que también los había malos. Que esta verdad del barquero es en definitiva la moraleja que nos quiere decir Clint Eastwood tras 5 horas y pico que duran las dos películas: “oye, que gente buena y mala la hay en todas partes”. Pues, sí señor, y me quiere usted decir que Hitler tras una larga jornada exterminando gente no llegaría cansado a casa, pues como en cualquier trabajo de 8 o 10 horas. Llegaría reventaó.


Resumiendo, por si algún zopenco no me ha pillado la ironía, que esto de hacer películas sobre personas que está bien, que no digo yo que todo tenga que ser un sesudo tratado sobre las condiciones socio-económicas que provocaron la Segunda Guerra Mundial. Pero me parece que si perdemos la perspectiva histórica a favor (¿¿??) del drama personal pues como que queda muy estéril y desde luego no acaba siendo un relato que según pretende el director, nos ayude a madurar (¿madurar contándonos cuentos de niños?). Además, el hecho de que Eastwood revindique a los japoneses como personas pues, como que no sé, que feo, ¿no?.






Mañana a por la Huppert y otras.







Monday, April 23, 2007

“Lorenzo contra los ingleses lechosos” un criticazo de SUNSHINE










Después de mandar a un mono y a David Bowie, los ingleses finalmente lo han conseguido, han conquistado el espacio exterior. ¡¡¡Que magnifica película!!!. Hacia tiempo que no disfrutaba tanto con un filme, y más en un género que dé tan pocas sorpresas como la ciencia-ficción. Pero las pocas que da, reconozcámoslo, son magníficas. Sunshine sitúa su acción en un futuro lejano, cuando el planeta tierra se haya al borde del apocalypstick debido a que el sol se está apagando. Con este argumentazo, Danny Boyle, realiza una película tan entretenida como bien rodada que hace uso de unos recursos sorprendentes e inquietantes como los fotogramas intercalados y las imagen borrosa pero que a la fin no resultan cargantes … vaya, lo siento, me ha salido una frase de crítico.



Sunshine, entre otras virtudes, tiene el buen gusto de ahorrarnos los largos e interminables discursos, las peroratas pseudocientíficas y humanistas que no hacen más que aburrir cuando intentan dignificar la ciencia-ficción. Ya saben, el dirigente carismático que se dirige a su tripulación maltrecha:

La raza humana, o lo que yo llamo “los humanos”, ¿podríamos acaso haber esculpido “Figura Reclinada” de Henry Moore, pintado “Blanco sobre Blanco” de Malevich o compuesto el sexteto de cuerdas “Verklärte Nacht” de Arnold Schönberg si nos hubiéramos comportado como rabiosos animales enjaulados?. No lo creo amigos, ser un ser humano, o lo que yo llamo “pertenecer la raza humana” es ser algo más que un organismo vivo, es disfrutar de una floración, de un impromptu, de la sonrisa de un niño, es votar cada 4 años blablabla.




Junto con éstas, el director británico también nos evita las escenas de amor romántico que discurren en un contexto intergaláctico. No es que estemos en contra del amor romántico (que también) pero ¿es realmente necesario que haya sieeeeeeeeeempre una tórrida y tonta historia de amor en cualquier tipo de circunstancia?. Pues Danny Boyle, como nosotros, piensa de que no y supera esta fuerte tentación del cine comercial. Mucho más fuerte si pensamos que tiene como protagonista a Cillian Murphy – actor principal de la también magnifica “28 días”-, un inglés lechoso con la piel blanquita, con una mirada lastimera de ojos azules, y con un tipo de estrella juvenil que parece avocarlo a vivir el amor en una nave que se dirige a la destrucción por achicharramiento: “Tenemos que hablar… creo que esto no va bien, no sé, te noto como enfadada, distante. Yo no sé si es porque vamos a morir en 4h. 10min. 36seg., o por algo que he dicho”





Vamos, que Boyle va al grano de la acción, construyendo una historia que por su economía es clásica al estilo de las grandes del género como Alien. Junto a ésta, al ver Sunshine hay otros nombres vienen a la cabeza como 2001 Odisea en el espacio o Solaris, películas que el director reconoce que estaban presentes en la mente de todos durante el rodaje pero como meros referentes. Ya que Sunshine no participa en esta fastidiosa moda del revival, de hacer películas alla manera de títulos fundacionales de la historia del cine ( El buen alemán con Casablanca o El velo pintado con todo el melodrama exótico de los 40 o 50) sino que se sitúa junto a ellas. En refinitiva, podemos considerar a Sunshine como una gran película, un estupendo entretenimiento que no es nada mojigato con sus recursos y que, sin embargo, no piensa que sus espectadores son unos descerebrados.





En cuestiones científicas no me atrevo a opinar porque no es que no sepa de ciencia, es que directamente, y como le dije a mi panadera, he perdido la capacidad de sumar y restar. No obstante ser un analfabeto aritmético a mi me pareció que la nave era como muy guay, ¿no?. Aunque ese espejo bizarro diseñado por el tronado asesor científico de la película no debía funcionar muy bien. Pero si los cálculos físicos en que se basaban las teorías de la películas no me salían, lo que sí quedaba claro eran dos cosas: que los científicos están aquí para ayudar –y no son unos locos sedientos de poder-, y que en un futuro muuy muuuuuuy lejano las becas son de puta madre. Porque los/las grandes mentes que iban en el ÍCARO II eran unos pimpollitos. ¿Me quiere usted decir que la ESO y el Plan Bolonia nos va a dar a vienteañeros superdotados que estén dispuestos a inmolarse por el bien de la humanidad?. Bueno, así sea. En todo caso señalemos que el tratamiento de la ciencia es lo suficientemente serio y justo como para que los físicos que habían en la sala no se levantaran indignados (alguno hizo un par de ademanes de irse). En ese aspecto la película me recordó a Naves misteriosas pero sin morirte de aburrimiento a los cinco minutos, o a grandes títulos de la SF inglesa como la serie del Dr. Quatermass que tenían una visón positiva de la ciencia.







Si ustedes son de los que piensan que las genealogías de películas que hacen los críticos es la forma más estúpida de desperdiciar tiempo o papel ( “Sunshine” me recuerda a “Naves misteriosas” que me recuerda…) espérense a las siguientes líneas: la nota personal. Como algunos ya saben, gente vinculada a este blog tenemos un club de cine al estilo de los salones literarios como los de Victoria Beckham (yo prefiero su nombre de soltera: Victoria Spice). Este, como el de Victoria Spice, está formado casi exclusivamente por prominente mujeres del mundo de la cultura, y se llama el ARR, o sea, Amigas de las Retención Retiniana (la cualidad de la visión que permite la ilusión del movimiento al ver los fotogramas pasados a 24 por segundo). Total, que en el simposio de después se habló detenida y detalladamente de los encantos del segundo capitán Chris Evans defendidos con vehemencia alcohólica por varías de las asistentes. A ellas, claro, les dedico esta foto y esta canción de revista:








Yo como soy romántica
Del sol me enamoré
En una playa atlántica
Mi cuerpo le entregué
Pero como el sol estático
No quiso descender
Un joven muy simpático
De sol tuvo que hacer
De sol tuvo que hacer









Wednesday, April 11, 2007

FANFARRIA HOMOFOBA un criticazo de 300






Una película que no decepciona: el título anunciaba que íbamos a ver a 300 fornidos melanpygos, y melanpygo arriba, melanpygo abajo, los vimos - yo no los conté, vaya, pero creo en el buen hacer del director. ¿Qué que es un melanpygo?, pues según el griego antiguo –que aquí nos viene a pelo- es lo que se conoce como “culo negro”, o el origen de nuestro querido gay-oso. Pero, ¿que hacen 300 gay osos vestidos a la vieja usanza espartana- capa fantasía (un vuelo precioso), sucinto paño en la entrepierna, y algún loco arnés rematando el conjunto- en el incomparable marco del Paso de las Termópilas?. Pues, matarse como perras unas a otras luchando, según entendí, primero con un ejercito de Orcos, después con un ejercito de ninjas y finalmente con una “filá mora” como una de esas formadas por empresarios alicantinos del PP. Todos capitaneados por una drag-queen, Jerjes, que era, pero oiga, tan maricona que resultaba ofensiva para la comunidad de personas con sensibilidad en general y la gay en particular –los que queden que conserven la facultad de sentir, que deben ser pocos.



Pero, no nos engañemos, la película funcionaba como un genial y sobredimensionado entretenimiento en el que se mezclan elementos tan enloquecidos que, inducidos por las imágenes y el subidón de azúcar que nos produjeron los 4 litros de cocacola y las 8 palmeras de chocolate que llevábamos en el cuerpo, casi nos levantamos a cantar: “¡¡¡ Xerges…Xerxes…Leonidas…Leonidas… todas quieren ser las campeonidas!!!”. Este es, en definitiva, un filme visualmente muy cautivador, gracias sobre todo al aspecto de terrible pastiche, que es, con diferencia, su aspecto más moderno. Sino fíjense, fíjense: todos los grandes entretenimientos de la actualidad, desde una final de fútbol europea hasta la sagrada misa de algún alto pontífice pasando por la presentación de algún bólido, son unos maravillosos y absurdos remedos donde se mezclan, como aquí, la imagen del héroe solitario y al mismo tiempo la de una pequeña comunidad unida. La imagen de la mujer como desagüe de niños, con la de la fémina aguerrida que revindica su lugar tradicional. La mística de los más fuertes, con la democracia de “mátalos-a-todos-y-que-Dios-decida”. Si, tal como dice alguna estricta teoría del arte, los pastiches artísticos aparecen en épocas de degeneración cultural, la nuestra, queridos, no tiene salvación. Porque éste no es sólo un reaccionario pastiche filosófico, sino también uno estético:



Para el personaje de la Sibila se toma, por ejemplo, como referente visual las locas locas imágenes del misticismo prerrafaelista




Todo buen espectáculo tiene sus precedentes y éste hace uso de uno de los mejores: la historia mayor jamás contada… o es ¿“la historia jamás mayor contada”? o ¿“la contada mayor jamás la”?. Y no es como piensan, mendrugos, la historia del circo – que esa es el mayor espectáculo visto… o algo así- sino la sagrada Biblia, y más concretamente todo lo que es la primera parte, la del Dios del Antiguo Testamento, vengativo y como de mal rollo. Pasado, eso sí, por el turmix de Hollywood, y tachán…




La estética de Jerjes quedaba clara según pudimos entender por los exabruptos que oíamos en las filas traseras: “…ese es como el Ramón… como la Ramona…JEJEJEJE… más maricón que un ajo…ese es de la cáscara amarga”. Con ese lenguaje tan popular y llano, nuestros compañeros de butaca querían acaso decir que Jerjes era un "euryproktos" o “culo ancho” en griego antiguo antigüismo pero que se entiende a la perfección. Yo no entraría en el debate de preferencias sexuales porque como que me parece de mal gusto, pero sí que pondría el acento en la fascista exaltación de la normalidad que se hace a través de este "katapygon" –“mariconazo”- como la copa de un pino. En el filme, todos los buenos son unos tios buenísimos, unos chuletones de Ávila –hasta desde los planos generales se puede apreciar los fornidos músculos- y todos los malos tienen costumbres raras o son deformes, o maricones. Y claro, esto en Uzbekistan pues ha sentado fatal, fatal, la verdad, que hasta la embajada ha escrito una amarga queja diciendo que sus antepasados, los Persas, pese a ser una civilización interesada por la decoración de interiores (la primera de hecho) no tenían, ni de lejos, tanta pluma: http://www2.irna.ir/en/news/view/line-16/0704018548200207.htm . Jerjes, el malo malísimo, eso sí, al final no muere sino que simplemente la marcan la cara; y es lo que dicen las abuelas de mi pueblo: “chica, oro con plata, mala pata”.



Aunque también dicen: “si te barren los pies, no te casas”. Por cierto, la que también es muy redicha y que no paró de hablar en toda la proyección fue Áurea, que entre inaudibles susurros de “Mátalos a todos Leónidas, mátalos…”, gritó: “¡¡Pues el malo se parece al del Stargate!!”, pero no se preocupen que como en ese momento sonaron 7 móviles a la vez, pues como que casi no se notó. Pues si, Áurea, maja, sí que se parecía al de Stargate. Por cierto, fíjense, en las tres fotos: ¡¡Que caída de ojos!!. ¿Quizás en eso residirán sus poderes paranormales?. “Voy a usar mi mortal caída de ojos”.




Con esto llegamos a otro aspecto genérico, y espinoso, del filme: la glorificación de la masculinidad tanto en su aspecto físico como (a)psicológico. De hecho, creo que es filme tan masculino que partiendo de una premisa totalmente maricona como es hacer revista, un vaudeville musical, sobre un hecho históricamente deformado como es la batalla de las Thermopilas se llega al extremo contrario: a un divertimento completamente homófobo y estéticamente fascista. 300 es, en definitiva, como una película de Chuck Norris mezclada con un anuncio de colonia para hombres. Claro, combinando estas dos fórmulas, éxito seguro: a las tías les mola porque salían macizorros – aquí hay un interesante debate en torno a por qué las mujeres adoptan en su disfrute de la imagen del hombre parámetros estéticos tan gays: ¿por qué aún no dominan los medios de comunicación? ¿por qué estamos ya tan idiotizados por el mercado que nos comportamos todos como una pandilla de quinceañeros gays en rebajas?... A los tíos, en cambio, les mola porque salían mamporros a diestro y siniestro, y una violencia a la vez explicita y estetizada como la de Matrix. Aunque me gustó la idea de exacerbar los elementos tradicionalmente masculinos de los géneros de hombres – el peplum, el western…- hasta convertirlos en una loca fantasía oriental gay. Para darles la vuelta, después, presentando a los malos como una raza degenerada muy dada al fornicio entre personas del mismo del mismo sexo, y transformar así la fantasía oriental gay en la moral historia de Sodoma y Gomorra. He de admitir que el conjunto era muy ofensivo: las mujeres parideras –“Habló porque sólo una mujer espartana puede dar a luz hombres de verdad”- o amas de casa –“no hablo como Reina sino como esposa y madre”… vaya, nena, para algo que podías haber hecho. Los malos, locas degeneradas o seres deformes hasta el vómito.






(Un cuadro de Jacques Loui David, un cómic ultraviolento, y una foto de dos chaperos de Baja California: Tres manera de entender la amistad masculina)

300 es en conclusión, puro arte fascista. En el sentido que da al término Susan Sontag - ahí es nada-: la celebración de un ideal humano superficial, simple, sumiso, y bello que celebra la muerte. Susan Sontag escribió de “El Triunfo de la Voluntad” de Leni Riefenstal: “El arte fascista glorifica la capitulación, exalta la mecanicidad y el caos y embellece la muerte” (desde http://blogs.orlandosentinel.com/entertainment_movies_blog/2007/03/300_as_fascist_.html) Y ¿no es ese, en definitiva, el mensaje último de un film tan entretenido como ideológicamente peligroso? ¿ein?.

Thursday, April 5, 2007

¿Nos hacemos un cine? (I)

ueno, ya estoy por aquí. Aunque esta semana no toca una crítica al uso y abuso, sino una buena ración de historias, o mejor, lugares cruzados: los cines. La idea para esta entrada surgió cuando, estando de visita por Granada, leí en “El País” un estupendo reportaje de Julia Luzán sobre Los otros 'Guernicas'










En el que se relataba la recuperación de los murales realizados por el cántabro Luis Quintanilla.
Una obras encargadas por el gobierno republicano de Negrín para denunciar en la Exposición Universal de Nueva York de 1939 el ataque sufrido por las fuerzas fascistas y que, tras su rescate, relucen en algún sombrío vestíbulo universitario. Antes, -y he aquí uno de los elementos apasionantes de la historia- estos paneles estaban pillando polvo en la salida de emergencia de un cine porno-gay del East Village. La historia viene a ser más o menos como sigue: Quintanilla, artista y militar, hombre comprometido y amigo de Hemingway y Dos Passos, marcha a Nueva York a realizar uno de los últimos encargos del legitimo gobierno republicano: una serie de cinco paneles - “Destrucción, Dolor, Hambre, Huida y Soldados”- titulados genéricamente como “Ama la paz, odia la guerra” que debía llamar la atención sobre la sangrante situación de España. Al terminar la obra, los nacionales se declaran vencedores de la Guerra Civil y Quintanilla se encuentra con unos paneles propiedad de un gobierno fantasma, sin dinero y con el miedo de que a éstos les esperara el mismo destino que al resto de sus obras españolas: siendo destrozadas por las piquetas fascistas. Decide que no es el momento de publicitarlas y cede las obras a una de las organizaciones anti-fascitas que operaban en los bajos del 144 de Bleeker Street (East Village) -como Free World House. Los pasillos de estas instituciones –pronto en quiebra- pasan a convertirse en 1962 en los de un cine de arte y ensayo; pero no de uno cualquiera, sino de una de los centros del underground neoyorquino de los 60: el The Bleecker Street Cinema.








Ese pequeño cine (250 asientos), dirigido por una sociedad independiente encabezada por el joven productor Lionel Rogosin, aparece nombrado en la Declaración del New American Cinema Group –firmada por Peter Bogdanovich y Jonas Mekas entre otros-; fue uno de los altavoces del cine europeo - Godard, Bergman y Fellini- y, además, testigo de proyecciones míticas como los delirios 1966 de Jonas Mekas -"The Brig”- o Kenneth Anger -"Scorpio Rising” que nos hablan del auge del cine independiente americano. Fue a si mismo, escenario de películas como “Buscando a Susan desesperadamente” donde Aidan Quinn interpreta a uno de sus proyeccionistas –Dez – o “Delitos y faltas” de Woody Allen, donde Alan Alda recala en una de sus sesiones. El cine cierra el 30-Agosto-1990 como un eco más de la situación que viven los cines de Nueva York: presiones fiscales, la gran popularidad de los videoclubs –en auge en los 90- y la aparición de los fantasmagóricos multiplex o las multisalas con multi-misma-mierda. Pero The Bleecker Street Cinema no corre esa suerte sino que le espera mimetizarse con el ambiente convirtiéndose de manos de John R. Souto en un cine porno gay situado entre peep-shops, tiendas de ropa leather o de memorabilia sobre la revuelta homosexual de Stonewall. Fue precisamente John R. Souto, que mantuvo los paneles de Quintanilla en la salida de emergencia de los cines, el interlocutor con el que gobierno español tuvo que negociar con dureza para que las obras regresarán y fueran disfrutadas por grises universitarios.




Esta rocambolesca historia que tiene en su haber luchadores por la libertad, fascistas, directores malditos y pervertidos, me hizo preguntarme quién de todos ellos realizó el graffiti de un cara sonriente sobre una de las figuras sufrientes de los cuadros y que se podía observar en las fotos del reportaje de “El País”. Y a su vez me recordó un fantástico cine lisboeta, “Cine Paraiso”, situado en el Chiado. Un cine que cuando visitaba frecuentemente esa ciudad funcionaba de día y a media tarde como cine porno - estilo “Travestis Apaixonados’, seguido de ‘As Polacas Aguentam com Rocco’ y ‘Sexo, Suor e Samba’ - y por la tarde proyectaba cosas como “La dolce vita” de Fellini o “Dead Man” de Jim Jarmusch. Era un cine antiguo, situado en los sótanos, con sillas de madera y un aire de pecado que confundía: ¿quién debía estar más avergonzado, los de la primera sesión con sus miserias sexuales o los de la segunda con las intelectuales?. Sea como fuere, el poder del bajo vientre se impuso y acabó siendo un cine porno a tiempo completo.




La visita por los cines bizarros acaba donde empezó, en Granada, donde nuestro guía por la ciudad, Oscar, insistió en visitar uno de los de la ciudad. Un sitio verdaderamente alucinante: el “Granada 10”. Uno de esos cines lujosos de los años 40 o 50 con palcos y grandes arañas de cristal, que ahora sobrevive gracias a que los fines de semana y festivos por la noche se convierte en una discoteca para gente bien. Eso explicaba la enorme barra, abierta durante la proyección, en la que uno de los abuelitos que llevan la sala servía deliciosas cervezas Alambras. O los grandes sillones forrados de una especie de sky dorado y donde creo se podían observar aún restos de cocaína. Era una proyección de domingo por la tarde, con cuatro gatos dispuestos a distinguir en una pantalla escasamente estirada la iraní Offside (2006), película sobre el veto a las mujeres en el fútbol, y donde la gente se repantingaba en los sillones, fumando y bebiendo en silencio. ¿La película?. Pues una de esas que piensas: “ahora los iranís o iranies se deben estar partiendo la caja, pero lo que es yo… ni bajo el influjo de la arquitectura nazarí”. En fin, una sesión de cine memorable. Si alguien quiere compartir historias de cines, ahora es el momento, yo en nada ataco con uno de los grandes el “Cine estudio D´Or”.





Pd: Guillotina opinante, el otro día fuiste origen de un altercado cuando le solté a un amigo: “Tú desde que eres tan guay que revindicas a Lynch…”. Y luego, no, no era él.