Saturday, May 26, 2007

La Inhumana o la musa arco voltaica


Os escribo en un ratito que tengo para recomendaros –especialmente a los alumnos del curso de la pintura en el cine- que no es perdáis bajo ningún concepto el segundo pase de L´Inhumaine, de Marcel L'Herbier (1923) que se realizará hoy mismo -26 de mayo- en la Filmoteca. Un peliculón mudo muy difícil de ver, y por el que tenía mucha curiosidad ya que es ampliamente comentado en los libros sobre cine y pintura (capítulo dedicado a las vanguardias). Además, una vez visto ha entrado por la puerta grande en mi selección de películas míticas: no había disfrutado tanto de una película muda desde la inmensa The Wedding March (1928) de Erich von Stroheim.


La historia que narra es un enorme, idiota e intrincado melodrama sobre una cantante internacional, varios accidentes trágicos y unos experimentos bizarros que sirven al director para jugar elegantemente con el cine vanguardista. Una de esas películas de las que historiadores del arte serios con doble papada dicen: “Sí, una de esas películitas, ¿verdad?, cof, cof (tos de ducados), con una historia así como tonta ¿verdad?... pero que final más bello, un vanguardismo exquisito, cof, cof”. Y, ojo, no es que se equivoquen en la segunda parte, el final teñido de vanguardismo –presente de un modo u otro a lo largo de todo el film- es simplemente espectacular, y de hecho continúa siendo de rrrrrrrrabiosa actualidad: un poco al estilo de la estética del grupo Kraftwerk pero 60 años antes (rollo monos de trabajo de plexiglas, lucecitas rojas, formas geométricas puras moviéndose en un ancho es Castilla…).


Ahora, que la historia que une sabiamente esos modernismos es la bomba. Un folletín pero de los buenos, un dramón de los de estrujar el kleenex (un tearjerker, un “surtidor de lágrimas” que dicen los americanos) que narra como una déspota cantante que regenta un salón internacional juega con los sentimientos de los poderosos que se postran a sus pieses: que si el gran magnate americano, que si el gran revolucionario humanista que se quiere llevar a la Diva a que arrime hombro y pecho a su causa en Mongolia, que si el joven científico… o mi preferido, el gran Maharajá Daja Tarto que recoge un poco la historia de Anita Delgado, la cantante malagueña que fue Maharajaní de Kapartula, y a la que como a ésta se le ofrecían constantemente joyas con forma de ojos de tigre, pequeñas grullas y otros bichos.


Por cierto, como podéis comprobar en IMDB http://spanish.imdb.com/(un portal esencial para buscar datos de películas) el personaje del gran Maharajá no se llama Daja Tarto sino Djorah de Nopur, lo que pasa es que un personaje así merecía ser rebautizado con el nombre de uno de mis héroes populares preferidos, el conquense Daja Tarto (1904-1988). Gonzalo Mena Tortajada descubre el faquirismo mientras realiza la mili gracias a un libro titulado “Misterios de la India”. Un libro que le cambiaría la vida y que le haría seguir cabezonamente (como sólo los conquenses pueden) su nueva afición hasta debutar como Daja Tarto en el circo Price en 1927. Sus números que consistían en comer cemento y bombillas incluían, entre otras, vistosas crucifixiones en las que era ayudado por su esposa Dionisia Gallardo, conocida como “la faquira”y en algunas publicidades como “la faquira paterneri”. Números que se extendieron en el tiempo, y se incrementaron con el final de la guerra civil ya que el famosísimo faquir era no sólo un colador humano sino un hombre de bien, un caballero español que igual te comulgaba con bombillas de 60w que con el nacionalsindicalismo. De hecho, el primer espectáculo que se representó en Castellón tras su “liberación” fue una bufonada india de Daja-Tarto. Nombre éste, el de Daja-Tarto, que como muchos avispados habrán adivinado es un acrónimo de su apellido “Torta-Jada”. Le sobrevivieron sus hijas, las Tinokas Sisters, versadas en la doma artística de perros y gatos. Pero volvamos a la película…


La historia, venía diciendo, es un intrincado culebrón con los misteriosos e internacionales aires del Paris de la Belle Époque en el que, como habrán adivinado, la bella coqueta enamora al joven e ilusionado científico. Que como marcan los cánones de la época está cautivado por la velocidad, la corriente alterna y los experimentos sobre la transmisión de la imagen que está realizando un joven Telsa en Colorado Springs. Pero como ustedes todo esto les debe de sonar como a chino, para que luego se rían de los chistes sobre conquenses, les adapto el filme a su estatura intelectual, como si dijéramos. A ver, ¿cómo les contaría?... esto es la Bella Chelito que está enamorada de Juan de la Cierva, ¿no?, el de los helicópteros, el batiscafo, y… ¿el mocho?. Pues ese, y total, que como ella por culpa de un celoso impertinente se muere, pues Juan de la Cierva resucita a la jamona en una máquina que parece a ratos un cuadro suprematista y a ratos un cuadro constructivista.



El día que fui a verla después hubo una reveladora conferencia de Antonio García López, pintor y profesor de la Universidad de Murcia. Amplía y bien documentada versaba sobre la influencia de la pintura en el cine, pero sin embargo no recogía, quizás por ser un dato completamente idiota que sólo almacenamos los especialistas en el absurdo, que esta extravagante película ha influido (me juego un brazo mecánico), sobre todo en el ambiente, en otro de los grandes títulos de lo ridículo: The Abominable Dr. Phibes (1971), que también tenía un coro de sirvientes enmascarados –en la de Phibes era una orquesta enmascarada- y que como aquí se mataba utilizando los métodos más absurdos – le Bella Coqueta muere estilo Cleopatra, por picadura intencionada de víbora. Anoten este dato, anótenlo, y verán como olvidan algo verdaderamente importante.

Despedida y cierre: mi charla… la verdad es que quedé tan contento que creo que cometí pecado de soberbia. Lo que pasa es que al día siguiente de la charla me tuve que levantar a las 6:30 para ir a cuidar a la niña a la que cuido como trabajo –soy canguro de una niña desde hace un año-, y bueno, el día anterior uno es el rey del mambo, pero el siguiente uno se ve limpiando culos. Y claro, soberbia si acaso la de la niña el día de mañana: “Ves a ese crítico de cine tan guay... ese tan molón…pues a mi me limpiaba el culo”. Y tendrá más razón que una santa. Por cierto, que como mucho sabéis cierro el blog durante un par de semanas porque me voy a vivir a EEUU unos meses, a Colorado, y allí hasta que localice el cine, entienda algo de lo que dicen, me compre una kino lámpara o televisión, me entren ganas de ir a ver la última de Meg Ryan (porque no me voy ni siquiera a Denver, sino a un pueblecito)… pues pueden pasar unos quince días. Ahora sí, cuando me establezca volveré a la carga con más fuerza. Hasta entonces y como dice la foto de abajo: ¿Qué tal una buena taza de cierra la puta boca?.


Pero como despedirse así está feo, y como la película de hoy me lo permite os voy a dejar con una canción, un cuplé recogido en la ya clásica antología de Serge Salaún, que se llama “El pequeño bolchevique” con letra de Sánchez Carrier, música de Font de Anta en una creación de Lola Montes de 1919:

A mí no hay en casa
que se me resista,
porque soy una nueva
bolcheviquista.
Si algún novio me sale,
me dura poco,
pues con las cosas mías
le vuelvo loco.
Y si conquistarme quiere
alguno al fin,
tiene que decirme:
¡Que viva Lenin!

Hablado: Lenin o Lenine, ¡como se diga!. ¡Ese sí que es un hombre! ¡Hay que ver lo que ha hecho el ruso ese con las mujeres!... ¡Y lo que hará! Porque se ha “empeñao” en ello… y es lo que dice el novio de mi chacha, que está en una casa de prestamos… un ruso, cuando se empeña, ¡se pierde!. Pues igual me va a pasar a mí. A mí me dicen las amigas de mamá:

- “Nena”, ¿Tú que vas a ser… maestra?
- Yo no
- ¿Artista?
- Tampoco
- ¿Yo? Bolchevi… bolchevi… bolcheviquista

Sunday, May 20, 2007

Del cuadro al encuadre


¡Ey!, hola. Que es que no escribo porque resulta de que este martes hago una conferencia dentro del curso “Del cuadro al encuadre: La pintura en el cine”... y estoy un poco liadillo. “Del cuadro al encuadre: La pintura en el cine” es un curso de mucho relumbrón y éxito de público dirigido por la Sra. Prof. Doña Aurea Ortiz Villeta que está teniendo lugar estos días en el MUVIM y que ha contado con unos conferenciantes, oye, de estos que se visten por los pies: que si una Victoria Bonet, que si una Maria Jesús Piqueras, que si un Carlos A. Cuellar. Todas ellas, cabezas pensantes y muy bien amuebladas en lo suyo, elegidas por la Sra. Prof. Doña Aurea Ortiz Villeta en una tendencia por tener a gente que razona que da gloria, una cosa de sota, caballo y rey. Corriente que se rompe claramente con mi presencia el Martes 22 de mayo a las 18:00 con la conferencia “El pintor es el modelo” y donde disertaré a las bravas sobre la figura de Basquiat (que es que luego ponen la película).



¿Qué de que va el ciclo?. Pues principalmente de bisontes y videojuegos, que ya me lo dice la Sra. Prof. Doña Aurea Ortiz Villeta en el folleto: “Cada nueva imagen contiene de algún modo todas las que la precedieron. Desde el primer bisonte pintado en la pared de una cueva hasta el último video juego generado por ordenador hay una historia que da cuenta del modo en que hemos intentado contar el mundo y a nosotros mismos, para intentar comprender y controlar la realidad”. Y dentro de esa majestuosa cadena, reconozcámoslo, me ha tocado el eslabón más idiota: los 80. Donde las presencias más seductoras eran Warhol agotado y un Basquiat hasta las cejas de heroína. Pero me voy a parar aquí que si no destripo la charla. Tan sólo decir que me ha encantado estudiar los 80 porque al ser un periodo tan absolutamente bochornoso de la historia del arte prácticamente no hay nada escrito, ya sabéis: “Que fantásticos los 60 y los 70, cuando hacíamos performances y todo el rollo así como contra el Vietnam, y como contracultural… ah, sí, bueno, y después vinieron los 80…”.



Estas son las charlas que restan del curso (tomad nota):
Lunes, 21 de mayo, 18h.: MUVIM
IMAGEN, VERDAD Y MENTIRA
Fraude (F. for Fake), Orson Welles, 1975.
Conferenciante: Carlos A. Cuellar.

Martes, 22 de mayo, 18h.:MUVIM
EL ARTISTA ES EL MODELO
Basquiat, Julian Schnabel, 1996.
Conferenciante: Seguro servidor.

Miércoles, 23 de mayo, 18h. Filmoteca
LAS VANGUARDIAS Y EL CINE
La inhumana, Marcel L´Hebier, 1923.
Conferenciante: Antonio Garcia Lopez

Jueves, 24 de mayo, 18h.: Filmoteca
MÁS ALLÁ DE OCCIDENTE
Ebrio de mujeres y pintura, Im Kwon Taek, 2002..
Conferenciante: Javier Moral.




Por cierto, esta última foto es del senador ultraconservador Rick Santorum mientras admite su derrota antes los medios y su desolada familia... Mi preferido, de lejos, es el niño... eres grande crío, eres grande

Tuesday, May 1, 2007

"Huppertiada" un criticazo de GABRIELLE













Jean (Pascal Greggory) es un rico industrial que vive confortablemente en el milimétrico mundo de la alta burguesía parisina: su negocio crece prósperamente, sus veladas musicales de los jueves son un éxito, y las máquinas de su fábrica hace tiempo que no han sufrido ningún ataque luddita. Este es un ambiente en el que reluce su esposa, Gabrielle (Isabelle Huppert), una mujer culta, sin pretensiones desmedidas y que posee opiniones formadas pero discretas. Un día Jean regresa a casa y se encuentra una nota: “Manolo, la cena te la haces solo. Me voy con uno que he conocido”. Jean grita “¡¡ Mon Dieu !!” y Gabrielle, con un pie en el estribo del tren, recula y vuelve a casa creando una situación tan dramática como estúpida.







Dos maneras de tirar por la calle de en medio decimononicamente hablando






Patrice Chéreau, el director de Intimidad o La reina Margot, crea con este argumento un drama distanciado, al estilo de los que hacía Fassbinder, marcado aquí por el contraste entre la ambientación decimonónica que requiere la historia y los recursos del cine experimental con los que el director nos la cuenta: que si te paro la imagen, que si te sobreimpresiono una frase (“Manolo” “cena” “solo”). Así como el contraste entre los candelabros, los crepes, la vajilla nueva, y unos diálogos claramente contemporáneos, en un decir modernista y agrio que tanto gusta a la Huppert. Como cuando el marido pregunta (nunca preguntes lo que no quieras saber):

- Gabrielle, querida, ¿por qué hace tiempo que no hacemos el amor?
- Porque la idea de tu semen dentro de mi me repugna
[literalmente].





Bueno, ya sabéis, esas barbaridades que la gustan decir a Isabelita Huppert en el cine, que a esta no se le pudre nada en la boca. Junto a la Huppert, reluce la actuación del mostachudo Pascal Gregory, que siguiendo en la línea del melodrama distanciado, se paso media película actuando como si fuera un busto decimonónico y la otra media como si fuera un retrato de medio cuerpo de si mismo. La Huppert, magnifica hasta ganar la Leona de Oro 2005-2006 de Venecia, no dejaba sin embargo de hacer de la Huppert. Esto es, se comportaba como si fuera una figurita de Lladró cabreada.

Por si no ha quedado claro, la disfruté (la Huppert nos pone). Aunque por otro lado, comprendo las razones por las que en internet dicen que es “una pretenciosa y agobiante pérdida de tiempo”, porque otra cosa no, pero era más francesa que un queso fuerte. Una película de esas que hablan en prosa y que cuando se peleaban (la mayoría del metraje) daba gusto. Que no era esa cosa de dejarse llevar por los nervios y gritar “¡¡ Que te calles ya ostia !!, ¡¡¡ que me estas poniendo la cabeza como una puta olla, una PU-TA-O-LLA!!!”. Que va, aquello, más que una agarrada, era una sinfonía de Mahler, donde los sentimientos pasaban, se transformaban y volvían con sutiles variaciones:

Querida, mis sentimientos de odio son los propileos para un profundo asco que nace, bílico, en el fondo de mi alma, y que sin embargo no logra apagar mi continuo asombro: Mon Dieu, Mon Dieu y mil veces Mon Dieu.





La película que estaba basada en la novela The return de Joseph Conrad – y se notaba: era como leer un libro pero sin que se te canse la vista-, y que intentaba imitar los meandros de la novela de Proust, o eso dicen (http://www.labutaca.net/films/48/gabrielle2.htm ), me pareció que estaba bastante bien, vaya. Un producto para amantes de lo francés, del melodrama distanciado y de la lectura de novelones decimonónicos en las lluviosas tardes de otoño. Cualquiera que no practique estas filias que huya como alma que lleva el diablo.

Para las especialistas en cine y pintura: la inspiración en los cuadros de Degas, llenos de mal rollo decimononico y de lamparillas de gas es más que evidente (se nota que su director de fotografía, Eric Gautier, se ha pateado el Louvre de arriba abajo, especialmente el piso de “Glorias Francesas”).