Tuesday, July 28, 2009

Palomitas se muda...

Hola a todos, estamos de mudanza…


Desde hace tiempo el sistema blospot.com del que, la verdad, tanto he aprendido, me estaba dando muchos dolores de cabeza (por ejemplo, tenía muchos problemas si estaba abierta mi cuenta gmail), estos problemas se hacían más graves si intentaba actualizar el blog desde un ordenador que no fuera el de casa: todos aquellos que os metéis desde mozilla-firefox, que es el navegador que recomiendo, habréis podido comprobar que el blog, que últimamente tiene tantas imágenes y videos, estaba hecho un desastre. En fin, que llega el momento de echar por la calle del medio… Y la calle del medio en este momento es wordpress que pese a que debe de tener sus desventajas (yo aún no las he descubierto) da más posibilidades y un aspecto más profesional, aunque yo lo único que espero es ganarme la vida con mis hobbys. Por eso, os invito a todos al nuevo sitio, que como primera y fascinante novedad me permitía comprarme el dominio. Chica, dicho y hecho, yo me lo quitaré de comer pero a mí, para dominios no me ha de faltar. Así que ya existe un flamante…


We are moving to…
http://palomitasenlosojos.com/


Pero antes un video de despedida (dedicado a mi vecina loca preferida, Chelo, que no podía dejar mensajes)…



Monday, July 27, 2009

Dutronc, el dandy revolucionario

Aunque esta es una confesión muy personal creo que es esencial para comprender las líneas siguientes: yo, señores, me torcí a una edad muy temprana. Sé que no es una historia muy original, pero siendo joven y débil (soy de ese tipo de personas que aún midiendo dos metros se le puede llamar “enjuto”) me puse a toser, a leer y a ver cosas para las que ni mi cerebro ni mi frágil salud estaba preparada. Pronto, y para evitar encontrarme con mi familia me quedaba hasta las tantas delante de la tele y me tragaba en el “Cine club”, una sesión de cine, nocturna, televisiva y alevosa de la segunda cadena, donde pude ver películas de los grandes maestros italianos Fellini o Pasolini. O películas suecas donde se hablaba poco y como queriendo decir muchas cosas recuerdo haber visto de una manera completamente innecesaria Ordet como a los 17 años. Por esa misma época también me interesé por la ópera y los musicales, lo cual daba un carácter tramoyístico a los ataques de histeria propios de la adolescencia que se sumaban a mis silencios copiados de las grandes obras suecas (eran silencios prolongados e inquietantes).




Ante ese panorama y de una manera muy razonable mis padres empezaron a animarme a que alargara mis horarios nocturnos, y así ellos también evitaban cruzarse con esa mezcla de decorador de interiores e intelectual de izquierdas en el que me había convertido. Todo eso, claro, cercenó una de las partes más alegres de mi adolescencia: el pop y el fenómeno fan. De hecho mi interés por la cultura pop viene de esa imposibilidad de llevar la carpeta llena de fotos de personas atractivas y prefabricadas. Miraba con la envidia de una mariquita de pueblo a mis compañeras de clase que enviaban mensajes semióticamente inequívocos en sus carpetas: por un lado fotos de machos alfa, de los mejores ejemplares de masculinidad que además habían superado la selección natural de la fama; por el otro, fotos de bebes. Sus carpetas decían “soy una mujer cuyo útero ya está preparado para procrear”. Mis carpetas, en cambio, decían “soy una persona insulsa a la que su madre le forra los libros y los utensilios de clase”… de hecho creo que en un arrebato paroxista tuve un boli bic completamente forrado. Vaya, yo en aquella época era ya un intelectual de izquierdas y un coñazo, y no podía hacer lo que por aquel entonces veía en la tele



Sin embargo hace unos meses he descubierto un cantante en el que puedo unir mi intelectualismo a marchamartillo con mi faceta más pop de fan completamente histérica (¡¡¡¡Maaaaaartin te quieeeeeeero!!!!). Ese hallazgo, no nos engañemos, es digno de celebrar, porque ciertamente la música pop es muy divertida y nos gusta a rrrrabiar pero no es uno de los métodos ideales de transmisión ideológica (o quizás la no-transmisión ideológica sea uno de los mejores métodos de transmisión ideológica). Los “wah wah”, “yeh, yeh”, y “oh, oh” son fantásticos, muy tatareables y divertidos, pero dejan una sensación, ay no sé, como de poco pensar. Así pues, ¿qué puede hacer un intelectual de izquierdas con un alma de quinceañera como yo para resolver esa carencia, ese nudo gordiano entre sesudismo e histerismo?. Ustedes siempre pueden decir, “chico, échate por el punk que aúna estribillos sabrosos y posición política”… y yo les tengo que dar la razón. Pero lo mío, definitivamente, no son las soluciones fáciles. Yo quiero pop, pop concienciado, pero para eso hay que hacer un poco de arqueología y plantarse en mayo del 68.


Los agitados años que precedieron y que siguieron a la revuelta sesentayochista tuvieron a un guapo oficial, a uno de esos cantantes a los que se puede tirar las bragas no como simple celebración sexual sino como acto situacionista, como absurdo intelectual. Él es, claro, Jacques Dutronc antiguo miembro del grupo El Toro et les Cyclones, compositor de canciones, amigo de Serge Gaingsbourg, y según la wiki cantante de las letras escritas por “Jacques Lanzmann, escritor, periodista, hermano de Claude Lanzmann (ex secretario de Sartre)” (¡¡¿¿??!!). Aunque la línea que une a Dutronc con Sartre es ciertamente débil, Dutronc se embebe del ambiente de la época, y canta su primer gran éxito en Francia “Et moi, et moi, et moi” de 1966. Una canción cuyo primer estribillo promete mucho: « Sept cent millions de chinois / Et moi, et moi, et moi / Avec ma vie, mon petit chez-moi » . O sea : “Setecientos millones de chinos / Y yo, y yo, y yo/ Con mi vida, mi pequeña casa”…

La canción tiene momentos cumbre, la verdad, siendo mis favoritos:
«Trois cent millions de soviétiques / Et moi, et moi, et moi / Avec mes manies et mes tics /Dans mon petit lit en plume d'oie » o sea « Tres cientos millones de sovieticos / Y yo, y yo, y yo/ Con mis manias y mis tics/ Con mi pequeña cama de plumas de oca ».


« Cinquante millions de gens imparfaits / Et moi, et moi, et moi / Qui regarde Catherine Langeais / A la télévision chez moi » « Cincuenta millones de gente imperfecta / Y yo, y yo, y yo/ Que miro a la Catherine Langeais (la Anne Ibartiguru del momento)/ en la televisión de mi casa »


« Cinq cent milliards de petits martiens / Et moi, et moi, et moi / Comme un con de parisien / J'attends mon chèque de fin de mois » « Cinco mil pequeños marcianos / Y yo, y yo, y yo/ Como un parisino capullo/ Espero el cheque de fin de mes » y luego el estribillo de toda la canción « J'y pense et puis j'oublie / C'est la vie, c'est la vie » o sea « Yo pienso, y yo olvido / Así es la vida ».


La canción, claro, trata de una de las tendencias del capitalismo contemporáneo, una de la que ya han hablado de manera extensa gente como Agustín García Calvo o Vicente Verdú quienes han demostrado sobradamente que una de las herramientas básicas de una sociedad de consumo acelerada es el personalismo. La tendencia al divide y vencerás, a que cada uno de nosotros somos especiales, a que no pertenecemos a ninguna colectividad, sea esta el pueblo o la gente (“la buena gente de Calahorra del Subidillo”). Que somos únicos y exclusivos y que como tales necesitamos que los bancos, las agencias de viajes y otros nos den servicios personalizados. En un mundo con cinco millones de soviéticos lo que importan son mis manías y mis tics. “Y yo, y yo, y yo… yo es que soy muy de… a mi es que no me gusta…yo no puedo soportar”. Yo pienso, y luego olvido.


Ustedes dirán que él es guapo y simpático y que la canción es saltarina, pero que, en definitiva, es un poco sesuda. Sin embargo, en la siguiente, J'aime les filles (1967), el Dutronc se deja de intelectualismos y se pone en plan crooner romántico, uno de esos que mira directamente a los ojos y susurra en francés. Ante esas eficaces armas de destrucción masiva de bragas, lo mejor, claro, es dejarse hacer. Sin embargo, por debajo de una trabajada seducción sostenida mediante la susurrante letra y la pose indolente, creo que está es una de las canciones más revolucionarias que he oído, porque consigue, y de ahí su éxito, ser radical bajo su capa facilona. Veamos como lo hace.

La clave, claro, está en ese perfecto flequillo y en la letra, en la que hace una lista de tipos de chicas que le gustan. Están, claro, las del cine, las del Vogue, la de los grandes almacenes, pero junto a ellas Dutronc también ama a:


«J'aime les filles des magazines / J'aime les filles de chez Renault / J'aime les filles de chez Citroën / J'aime les filles des hauts fourneaux / J'aime les filles qui travaillent à la chaîne » « Me gustan las chicas de los grandes almacenes / las de la Renault / la Citroen/ de los Altos Hornos/ las que trabajan en la cadena de montaje ».


« J'aime les filles qui radotent / J'aime les filles à papa / J'aime les filles rigolotes / J'aime les filles sans papa / J'aime les filles de Megève / J'aime les filles de St-Tropez / J'aime les filles qui font la grève /J'aime les filles qui vont camper » « Me gustan las chicas que desvarían / las de papa/ las cachondas / las que no tienen papá / las de Megève / las de St-Tropez / las que hacen huelga / las que van de camping »… me tendrán que reconocer que alguien como Dutronc diga « me gustan las chicas que hacen huelga » es un llamamiento a la movilización general, es como si uno de estos chuletones de la MTV se pone a cantar algo así como me gustan las chicas “antiglobalización” sin que eso resultara una enorme contradicción.

Entre todos los hallazgos que tienen las canciones de Dutronc -“J'aime les filles qui font vieille France” (Amo a las chicas que hacen vieja a Francia)- están también las rimas directamente políticas. En 1968, un año calentito para Francia y para parte de Europa y América (recordemos los muertos en México) Dutronc saca una pegadiza canción muy a contrapelo, llamada L'opportuniste donde dice “Je suis pour le communisme / Je suis pour le socialisme / Et pour le capitalisme / Parce que je suis opportuniste”. Pronto señaló Dutronc que en todas las revoluciones siempre hay listos que sobreviven mejorando su situación, dejando atrás a un montón de tarados que se creyeron el cambio. Para saber que despojos dejó atrás el mayo del 68 es muy interesante de leer el libro de Daniel Cohn-Bendit La revolución y nosotros que la quisimos tanto donde aparecen junto a esa nueva generación de gobernantes que escaló el poder tres el 68, esa retahíla de perseguidos, encarcelados o empobrecidos por llevar sus ideas a sus conclusiones lógicas. Mientras tanto, el Dutronc cantaba esta canción tan chula, con un extraño video pop…




« Je crie vive la révolution / Je crie vive les institutions / Je crie vive les manifestations / Je crie vive la collaboration »


Sin embargo, volvamos a la anterior canción, la de J'aime les filles (1967), porque la hemos dejado a medias ya que nos faltaba hablar del estribillo en el que dice “Si vous êtes comme ça, téléphonez-moi / Si vous êtes comme ci, téléphonez-me” es decir “si eres así (si eres huelgista) llamamé”. Entre las multitudes de mujeres, que creemos, le llamaron, estaba la Francoise-Hardy con quien inicio una larga relación, para quien compuso varias canciones, y con el que tuvo un hijo Thomas Dutronc que, como era de suponer, les ha salido un solete y que canta canciones así de divertidas




Mientras tanto su padre, Jacques Dutronc, dejó de lado la carrera de cantante por la de compositor, y sobre todo, actor, habiendo participado en más de 40 películas y series, entre ellas Merci pour le chocolat (2000) de Claude Chabrol o siendo protagonista de un biopic de Van Gogh dirigido por Maurice Pialat. Pues eso, os dejo con la última canción de Dutronc, una de esas que hace mover la cadera y las neuronas, preparado para forrarme la carpeta del año que viene con fotos de él. Saludos desde Paris!!!!.

Friday, July 24, 2009

Fiesta en la playa, canciones de verano



Unas simpáticas lectoras de esto, que son unas señoras historiadoras del cine de esas que se visten por los pies, celebran todos los años por estas fechas una sofisticada fiesta en la playa a base de mucha bebida y muchos bocadillos de atún con pimiento y huevos duros, amén de otras aceitosas delicatesen. Todos los años, y si las inclemencias del tiempo en forma de olas gigantes o ráfagas de viento lo permiten, se lo pasan pipa, beben y charran sin parar. Yo todos los años me pierdo la fiesta porque me encuentro en algún sitio improbable haciendo algo improbable tanto sea emborrachándome una fiesta de la cerveza en Colorado o mirándole el culo a alguna estatua de Mirón de Eleuteras en el Louvre y, haciendo esas cosas improbables, me acuerdo ellas. Para todas, van dedicadas estás canciones del verano que he encontrado perdiendo el tiempo por el youtube. La primera de ellas es un hit veraniego de Bobby Vee “The Night Has A Thousand Eyes” (La noche tiene miles de ojos) donde se ve una fiesta surf en toda regla comparable a la que se realizará esta noche. Con fogata, bikinis y un ataque sorpresa de algas que colonizan el cerebro de una de las muchachas. Sin embargo, si por algo destaca el video, a parte del aspecto asquerosamente WASP del cantante, es por los bailes de su churri, a base de unos movimientos hipnóticos, espasmódicos, y mecánicos que recuerdan a los de la “falsa María” de Metropolis (el robot para aclararnos), a la que la escritora Pilar Pedraza llamó “la histérica mecánica” o “la libélula mecánica”. Porque, evidentemente, ella con su cardado rubio es una Mantis (P)Religiosa de aúpa. Una de esas que al finalizar el acto se va a merendar a Bobby Dee, y me parece a mí que le sabrá a poco, porque cuando una señorita se pone a airear el potorro (literalmente) sobre una moto es que ha de tener buen apetito.



Pero, ay, el verano no sólo es tiempo de fiestas, bailes locos, y lagartas, también de llevarse sus buenos disgustazos. En el siguiente video, uno de mis favoritos, la que se lleva un soponcio de los buenos, de los de hipar, es Patricia Carli en su famosa canción “Arrete, Arrete” (“Detente, Detente”). Pero la Carli no se lo dice a un bicho, no es “Detente” en plan “Quita bicho”, sino que se lo dice a un muchacho, personificado en este video por Frank Alamo. La canción, en definitiva, es un gran dramón sobre el último encuentro entre dos amantes, un encuentro lleno de reproches en los que ella le echa en cara que ¡¡¡mañana se casa!!!. La historia se va poniendo calentita cuando descubrimos que él ha pegado el braguetazo del año: “Elle a de l'argent /elle est jolie / Elle a toutes les qualités / Mon grand défaut c'est de t'aimer” (Ella es de oro, ella es la gracia, ella tiene todas las cualidades, mi único defecto es que te amo”). O «Mais tu as préféré les grands honneurs / À la place de notre bonheur / Et, et pour garder tes ambitions/ Tu as détruit mes illusions » (Tu prefieres los grandes honores, a nuestra felicidad, Y por conseguir tus ambiciones, Has destruido nuestras ilusiones). En fin, que lo que le dice, y con toda la razón, pasa de lo grave a lo gravísimo, hasta que le espeta en toda la cara “Tu es le maîtrrgggggggge de ton sorrggggggggt” (eres el dueño de tu destino). La canción y la actuación de Patricia Carli es perfecta: con esos violines sostenidos, ese eyeliner que es un horizonte de desesperación, ese echarse las manos al cuello, ese final truculento con ese atávico “NON” mientras que Frank Alamo repta en la oscuridad. Para mí, una obra perfecta del pop elevado a la categoría de aria de ópera.


En fin, todo muy bonito, pero aquello fue una noche toledana: el Alamo se queda con lo que se conoce popularmente con “dolor de huevos” (“pero no me dejes con este dolor de huevos”) y a la Carli no se le va a pasar el disgusto en una semana, que ya se la ve. Mientras tanto la gente celebra fiestas, se enamora, se junta con amigos… echo de menos Valencia.

Friday, July 17, 2009

Turista con obra maestra al fondo

Los aficionados y los degustadores de arte somos, y no podemos negarlo, unos elitistas de mierda. La nuestra es una afición que parte de un duro aprendizaje previo, de muchas lecturas y de muchas noches de invierno solitarias con el viento azotando nuestras contraventanas. Fuera, sólo la fría noche y un montón de gente estúpida. Aunque en eso de la soledad, como en todo, siempre han habido clases: mientras los aficionados al cine de autor o europeo (si ambas categorías coinciden, ya es lo más) tenemos que aguantar que cualquier indocumentado se alquile una de Michelangelo Antonioni y nos suelte “pues a mí no me ha gustao” (a mi no me he gustao, a mi no me ha gustao…). Los admiradores del arte contemporáneo viven tranquilamente su afición tan sólo molestados por los periódicos que hacen burla y cuchufleta de los artefactos del S.XX y el SXXI. Porque vamos a ver, nadie en su sano juicio visita un museo de arte contemporáneo a no ser que el edificio esté firmado por un arquitecto chino gay y su madre, estilo Ryue Nishizawa y Kazuyo Sejima .Encargados de la ampliación del IVAM (Instituto Valenciano de Arte Moderno), y que han elaborado un interesante proyecto en el que unen el arte contemporaneo con la colombicultura o la competición con palomo deportivo y la exposición de palomos de raza buchona (que es una costumbre muy valenciana). Por qué díganme que si la ampliación de la terraza del IVAM no es un palomar, ustedes dirán. Pero bueno, los que los tienen mal, pero mal fatal, son los aficionados al arte del SXVIII y el SXIX, porque ahí sí que existe quórum: el arte de esos dos siglos es “bonito”. Que lo dicen desde los libros de arte más sesudos hasta la Mía (todo lo que interesa a la mujer dinámica, práctica, moderna y actual). Ese arte es “bonito” y gusta a todo el mundo. Con lo cual, los museos parisinos dedicados a este periodo cronológico están a rebosar.


Ver a un connaisseur del arte impresionista apartar cabezas, culos, y mochilas en el museo de Orly. Observar como la mirada pensativa es interrumpida por miles objetivos de cámaras y de móviles, es, definitivamente, una delicia y uno de los grandes lujos que ofrece esta ciudad. Primero porque uno descubre las asociaciones terriblemente fascistas que tiene la apreciación estética (y fíjense la animalada que he dicho). Asociaciones que en parte derivan de toda esa propaganda nefanda del dialogo entre el alma del artista y el alma del espectador, del conocedor, que se hace imposible ante la horda de gafas japonesas que reticulan las obras maestras del SXIX. El arte, se supone, no puede hablar a gritos y no puede comunicarse por encima de todos esos ruidosos turistas. Esta situación que imposibilita el arrebato estético hace que uno rememore la apreciación original de las obras: cuando las terribles circunstancias económicas hacia que unos pocos podían disfrutar de la calidad estética. Uno se pone sentimental y se imagina como un gran burgués del SXIX, en cuyas fábricas moría la gente a puñados, o ya directamente como un buen Luis XIV o XV, con los menesterosos pudriéndose en las calles, mientras la rocalla y el rococó acogían los amables salones literarios o artísticos.


Pues fíjense aquí estamos, en pleno SXXI, donde, a pesar de que el vuelo a París y las entradas a los museos no están al alcance de todo el mundo (desde luego), el arte se ha convertido en un entretenimiento de masas de gentes. Las salas están llenas de turistas, de turistas como yo. Y observándolos, observándonos, durante un largo tiempo en el Musée de l'Orangerie donde se exponen los famosos Nenufares de Claude Monet pensé en el maravilloso espectáculo que suponía todo ese ballet de cámaras, de modos de enfrentarse a la obra maestra, de poses delante de los cuadros. Era un rito increíble. Además toda esa gente que como yo había venido de lugares lejanos, siguiendo las mismas direcciones y los mismos consejos de la misma guía, habían llegado a la misma maravillosa conclusión: las Bellas Artes en el SXXI no valen nada. Bueno, no valen nada, no valen más que cualquier otra imagen ya sea esta una esquina pintoresca, un cartel de publicidad o una imagen conocida de una película. Y de cosas así, créanme, está lleno un París que se ha convertido en un gran buffet libre y audiovisual para turistas. Quienes lejos de querer apropiarnos de los cuadros, queremos consumirlos rápidamente y pasar a la siguiente imagen que nos lleve a la siguiente… es en definitiva llevar el capitalismo cultural al extremo, consumir imágenes por consumir imágenes, hasta el agotamiento. Pero, oye, que nosotros no hemos inventado el sistema, tan sólo lo sufrimos y lo mantenemos a marcha martillo intentando buscar algún resquicio por donde respirar.




Por eso, y aunque no quiero entrar en el espinoso debate de que en definitiva de Disneyland® Resort Paris es más real que el Louvre, ya que ambos están orientados a pasear al turistas por fantásticos escenarios que imitan películas con la finalidad de entretenernos, aunque el primero no pretenda engañar a nadie. Y no quiero entrar en el debate no porque no tenga miga, sino porque a los turistas, la verdad, nos da igual, no vemos diferencia entre una cosa y otra. Por eso, como decía, obviando ese debate, y con la certeza de que cualquier foto de un cuadro sin gente (sin turistas) no vale un pepino, surge el tema del arte convertido en espectáculo. Pero espectáculo en su sentido canónico: como una relación de poder entre observador y observado. Evidentemente, los turistas ejercemos nuestro poder sobre la obra de arte, del mismo modo que la ejercemos sobre los nativos del lugar. Nuestra mirada se obtiene mediante la posición de poder que da el dinero. Sin embargo lo bueno del espectáculo, y he ahí su genialidad y la razón de que sea la máxima expresión del capitalismo tardío, es que nadie es libre: ni el observador ni el observado. Sobre la persona o el objeto observado se ejerce el poder, pero el observador tampoco es libre. No tiene la oportunidad de mirar cosas nuevas o frescas. Su itinerario está marcado y no se puede desviar de ahí. Cuando te montas a una atracción de Eurodisney tu camino y tu mirada esta prefijada, te subes a una vagoneta, y ves fantásticos dioramas que te resumen tridimensionalmente la película Peter Pan, pues con el Louvre o el Centre Pompidou, pasa lo mismo pero más disimulado. Por eso en mi “Cruzada Infantil contra la Hipocresia Cultural” lo que propongo es que se instalen en el mismo Pompidou barcas o asientos móviles con formas de animales que lleven a los visitantes a lo largo del museo, para que estos sin moverse y con un tiempo y un grado de atención prefijados puedan ver las grandes obras que allí se depositan. El viaje podría estar amenizado por una canción pegadiza y por simpáticas mascotas (¿quizás los grandes genios de la pintura animalizados, Van Gogh como un león, Lautrec como una ratita, Monet como una morsa…?). Al final quedaría una cosa muy divertida e ingenua, que es en definitiva lo que todos queremos, una cosa como mi atracción Disney preferida, Its a small world” (nótese que en que en minuto 2.12 se habla de los Balcanes sin recurrir a las terribles matanzas que alli ocurrieron… por cierto molaría hacer un “Its a small world” pero economica y socialmente corrento, con hambrunas, guerras étnicas, desplazamientos de civiles, encarnizadas luchas étnicas, genocidos y feminicidios, homofobia…).









En definitiva, la diversión requiere sacrificios, y éstos no sólo son económicos, sino también rituales o simbólicos. ¿Qué hace el turista ante una obra maestra, ya habiendo pagado el vuelo, el hotel, las caras comidas, los suvenires, la entrada a los museos?. Sacrificar lo único que le queda, su familia. Uno coloca a su familia delante de una obra maestra y hace click. Y eso durante miles y miles de veces, como pude observar el museo de el Musée de l'Orangerie donde saqué estas fotos de gente haciéndose fotos delante de los Nenufares. Robarles con la cámara ese instante me producía un placer fetichista, al obtener un momento no reservado para mí del que me apropiaba. Además, claro, estaba el asunto del sadismo: ver como todos esos fotógrafos, en su mayoría padres y madres de familia, sacrificaban a sus familias y las hundían en el agua cenagosa y putrefacta de los nenúfares. Esa agua pestilente que para mí es el SXIX y la historia del arte en general donde llevo tanto años hundido, y comprobar cómo ese montón de gente quería hundirse conmigo. Indudablemente me gusta mucho más la gente que el arte.














































Tuesday, July 7, 2009

Clásicos franceses (de hoy): Julien Doré

Aunque este post esté literalmente copiado del magnífico blog del programa de radio Nuestros vecinos del Norte, de Radio3, dedicado a la música francesa, no puedo dejar de poner la que considero mi canción y mi cantante del verano, uno que, la verdad, tiene tela. Porque cómo reaccionarían si les digo que lo más guay en este maldito París sin aire acondicionado (ya les contaré mi golpe de calor en la ópera Gardnier con vómitos incluidos entre los allegros ma non tropos de Schubert) es el único descendiente, el ta-ta-ta-ta-ta-tara nieto-sobrino del famoso ilustrador del SXIX, Gustave Doré, quien a su vez también estudió Bellas Artes. Que además participó en la versión francesa de “Operación Triunfo”, causando estupor con sus versiones en ukelele de grandes éxitos –que le valieron serias amenazas de expulsión de la casa- y donde alcanzó una primera fama con su versión de Moi lolita de Alizee una canción de los 90 que todos estábamos intentando olvidar, y que ya casi habíamos conseguido hacerlo… Pues si todo eso no era suficiente, va el tío y saca una magnifica canción titulada “Les limites” cuyo multi premiado video es un “homenaje” (por no decir “se caga en la boca”) de uno de Serge Gaingsbourg. Como ya no podrán aguantarse más las ganas de verlo, porque además el chico lo vale, porque está como los huevos fritos con puntilla, o sea, para mojar pan (lo dice la “Elle” y mis 40 mejores amigas), disfruten de este despropósito de persona, de este hombre rumboso que presume de apellido llamado JULIEN DORE. Pero eso, sí, antes, vean el vídea de Serge Gainsbourg que le inspiró, que también…




Y ahora dos de las cuatro versiones del video de Doré








Cómo ver estos videos le convierten a uno inmediatamente en fan absoluto de Doré, les pongo una versión ukelele de la magnifica Cette Air-la de France Gall, por cierto que en la página de donde saqué el video http://ukulelehunt.com/ una página dedicada a la difusión del ukelele estaban contentísimos de que este noble instrumento se relacionara con una persona guapa y moderna y no sólo con gente como Tiny Tim… el ukelele mola:



Para terminar otro video del Doré con la Catherine Deneuve que también es digno de verlo con un aire retro-chungo que remite directamente a lo peor de la filmografía de los 80 desde Flashdance (1983) hasta esa peli sobre la moda de los rollers y el patinaje en línea que hizo la niña del exorcista Linda Blair llamada




Si pinchan en el blog de Nuestros vecinos del Norte podrán ver además un extraño dueto de Julien Doré con la Primera Pilingui Francesa… digo Primera Dama Francesa. A vernos y a divertirnos…