Sunday, April 5, 2009

Nosotros los supervivientes (parte 2)



(Previously on Palomitas: el autor del blog sufre un aparatoso esguince, hace una reflexión sobre el ego en el cine contemporáneo y en la blogosfera, pone una par de canciones animadas y continúa…)



Esa es la crítica que venía a hacer aquí, una crítica hecha desde mi experiencia (que lastre), mi ignorancia, y mi situación: de cubito prono, con la pierna levantada, y de un humor de perros porque todo el mundo se divertía a mí alrededor menos yo. En esa posición y con ese carácter endiablado estaba leyendo el muy recomendable blog (maquinariadenube), que también hace crítica cultural, pero vamos en un estilo mucho más fino (dondevaaparar), y a través de él descubrí una de las películas más increíbles que he visto en mi vida, una llena de personajes cotidianos, encuadres bellísimos y frases idiotamente filosóficas. La muy magnífica Du levande (2007) del no menos bizarro Roy Andersson.


La película es una obra de culto desde ya. Piensen que en España se estrenó en el 2007 y que recaudó la ridícula pero bonita cifra de 4.440 euros, es decir, que dividida entre los 6 euros que cuesta una entrada la vieron la absurda cantidad de 740 almas. Y digo almas porque la cinta es puro alimento para el espíritu ya que une alta comedia (la de tartazos, vamos) con alta filosofía. De hecho, el “nuevo” estilo del director ha sido calificado por los americanos como “un Bergman convertido al slpastick” o “que hubiera pasado si los Monty Python hubiesen sido suecos”. Es decir es una película llena de desolación y caídas tontas, como la vida misma. En esta cinta de sketchs, 67 en total, todo el mundo está deprimido y todo el mundo repite “nadie me comprende”, hasta un psiquiatra que en uno de los momentos claves de la cinta hace un hilarante discurso sobre que su trabajo consiste en hacer felices a gente egoísta (el propio director ha sufrido constantes depresiones). Es difícil encontrar películas que destilen tanta humanidad sobre el destino incierto de los suecos en particular y del resto de la población mundial, así en general.


El director. El director es una persona altamente bizarra que hace una película por década, y que entre película y película cae en profundas depresiones y hace anuncios. Antiguo estudiante de la Escuela de cine Sueca, de donde Bergman era una especie de inspector y consultor espiritual y artístico al que, casi obligatoriamente, había que ir a pedirle consejo, y al que Andersson conoció y acabó calificando como un director sobrestimado y un facha, que amenazaba a los alumnos diciéndoles que si no dejaban de hacer panfletos izquierdistas los expulsaría. Huyendo del maestro, Andersson inicia su enloquecida trayectoria realizando una obra que ha sido recibida desigualmente en su país, por ejemplo, su primer film, una historia de amor adolescente titulada En kärlekshistoria (1970) fue un éxito inmediato, su segundo film Giliap (1975) fue un fracaso estrepitoso que casi hunde al director y a la productora (los presupuestos se dispararon). Tras este batacazo pasa años en la inactividad hasta que se mete a hacer anuncios para sobrevivir, convirtiendo ese medio en una forma de arte y ganando multiples premios; como decían en otro blog: “los anuncios de Andersson triunfan a pesar de estar protagonizados por personas viejas, gordas, locas…”. Veamos algunos ejemplos, entre ellos uno de los anuncios ganadores del certamen de Cannes de publicidad (el anuncio del avión):


Entre tanto recibe los más diversos encargos que lleva a cabo siguiendo su sensibilidad y rigiéndose por unas ideas completamente disparatadas, por ejemplo, el ministerio de sanidad sueco en 1987 no se le ocurre otra cosa que encargarle una cinta de prevención del SIDA para jóvenes. La cinta, Någonting har hänt destinada a colegios se acaba llenando de un tono deprimente y oscuro, pero vean, vean, e imagínense a un aula llena de risueños niños suecos sentados delante de una desvencijada pantalla…


Un mal rrrrrollo tooootal, vamos nada parecido a esos raps con la letra "O" que el Ministerio de Nuestra Señora de la Salud Española nos tiene acostumbrados. Pero Andersson no sólo se quedó en el tono deprimente sino que a través de esta cinta sostuvo que el SIDA no fue originado en África sino en laboratorios americanos. En el corto pintaba a los científicos como racistas y establecía un paralelismo entre los laboratorios americanos y los experimentos nazis en los campos de concentración. En fin, genial, te encargan una cinta para concienciar a los jóvenes suecos y acabas haciendo una bizarrada que recoge las teorías de la Stasi sobre la pandemia, con lo que el Ministerio te acaba retirando la subvención y terminas el corto por tus propios medios. Desde hace unos años, Andersson decide cambiar de registro y hace Sånger från andra våningen (2000), que tiene puntos de contacto con Du levande (2007), es también una colección de escenas disparatadas y poéticas, de hecho toda la película está basada en un verso de Cesar Vallejo: “Amados sean los que se sientan”. Pero es mucho más oscura y enigmática, con apocalipsis buñelianos y hecatombes fellinianas, pero de las buenas, de las de antes, de cuando los directores conservaban la mala leche, como esa escena en la que un grupo de catedráticos cogen a una niña y después de explicarle “si hubieras leído muchos libros como nosotros, sabrías que hay cosas imposibles”, la lanzan a un acantilado ante la presencia de las más altas instituciones del estado como el gobierno o la iglesia. Junto a esas escenas de alta concentración metafísica, Andersson, alterna momentos tan idiotas como éstos:



En esta peli ya demuestra que los años de publicidad le han servido para trabajar dentro del plano como Dios (evita los contrastes de color y subraya la geometría), que es que se nota que cada secuencia está realizada con una paciencia neurótica, no en vano Sånger från andra våningen (2000) le costó al director la friolera de 4 años de trabajo artesanal. Decimos trabajo artesanal porque Andersson ha rodado sus dos últimas películas en los sótanos de su casa / productora Studio 24, véanle en plena faena, disfrutando y utilizando con los extras un viejo truco de vodevil, que los figurantes corran tras el escenario y vuelvan a aparecer:



Al ver estas imágenes me preguntaba, ¿no es esa calidad/cualidad artesanal uno de los valores más reivindicables de Andersson?. Quiero decir, ¿no nos imaginamos a los directores de cine como personas fascinantes llevando una vida de lujo intelectual y de intercambio de ideas al más alto nivel?. Personas que, en definitiva, dan forma al mundo visualmente, siempre rodeados de escritores (Coixet/Berger), o con vidas sexuales altamente llamativas (Woody Allen/hija adoptiva). Y antes esas imágenes de Andersson, ¿no es parece un poco pajillero?. Andersson se lo pasa pipa, eso es indudable, pero quiero decir, que el tipo hace cine del mismo modo que podría dedicarse al plastimodelismo, como un acto casero, concentrado y escasamente remunerable (el cine como un maquetismo hipertrófico). Y al hacerlo así, ¿no se pone al nivel de los aficionados y aficionadas de cine medios: personas solitarias, llenas de manías, con una lechuga florecida en la nevera, y con hobby que o bien requiere soledad o bien requiere que las personas que te acompañen estén en silencio?. Que grande y que sueco eres Roy, y cuanto te admiro.


Y te admiro porque creo que la gente que quiere hacer poesía con el cine se equivoca de medio. Es decir, que si quieres hacer poesía lo más recomendable es que cojas un par de cuartillas, un boli de regalo del Banco Santander, una ventana con buenas vistas, y te dediques a exprimirte el alma mientras te sudan las manos (si te dedicas a la poesía TE TIENEN que sudar las manos). Y es lo más recomendable porque siempre es mucho más fácil reunir un boli del Banco de Santander, unas cuartillas, una ventana, unas manos sudorosas y un alma, que un presupuesto desorbitado, un equipo técnico costosísimo, el trabajo de no menos que 500 personas (en todo el proceso), una postproducción dolorosa, un estreno rocambolesco… Es decir, en cine, como en la vida, la poesía se consigue de carambola, y es prácticamente imposible plantearse de buenas a primera crear algo con alma, vean sino, toda esa oleada de poesía indie que vivimos con directores como Michel Gondry, Sofia Coppola o Isabel Coixet, que aciertan cuando aciertan, que es pocas veces, la verdad. Por eso creo que se tienen que venerar aquellas obras que, queriéndolo o no, dan en el clavo. Vean sino los primeros minutos de Du levande y caigan fascinados…

3 comments:

Rr said...

Hola Nacho,

suscribo todo lo que dices. De hecho esta reseña me gusta bastante más que la que yo hice.

Saludos ;)

Nacho Fusil said...

Bueno, bueno, estoy muy agradecido porque es que usted todo lo que escribe lo borda, y no es por ponernos a chuparnos los penes como los perros, pero ¿le tengo que recordar que usted escribió sobre un mariquita saltimbanqui, Barbette, como si fuera una cosa seria y altamente artística y no un invertido dando saltitos?. Más cosas en común: estuve, cuando tenía un fascinante trabajo cultural, a punto de comprar un collage de Dani Sanchis pero no los vendía. Actualmente, el que se vende soy yo...

atiras said...

risas mil con tu entrada....felices pascuas