Tuesday, June 12, 2007

La poética de la televisión por cable un criticazo de "FACTORY GIRL"




Desde que he llegado a los Estados Unidos, incluso viajando hacia ellos, tengo la misma, pero oye, la misma sensación... bueno, la misma no, parecida, sólo parecida, que la del protagonista de la película de David Cronenberg, Videodrome (1983). En este inquietante film, Max Renn encuentra por casualidad una emisión ilegal de un canal dedicado al porno salvaje, la ultra violencia y el mal rollo generalizado. Desde ese momento, y debido a unos bandas desquiciantes que transmite el programa, Max empieza a sufrir unas aberrantes alucinaciones donde su propia carne y la de los demás sufren horrorosas mutaciones a la pálida luz del televisor. La película termina con un grito de guerra que ha pasado a ser signo de los nuevos tiempos: "¡¡¡Viva la Nueva Carne!!!"... pues que viva. Yo, mutaciones, mutaciones, aún no he visto, la verdad, pero desde luego me debe de faltar poco, porque desde que americanicé no dejo de tener la sensación de que todo producto audiovisual que se me cruza por el camino está impregnado de la poética de la televisión por cable. Como muestra estas dos joyas: la Nueva Mente y la Nueva Carne.




La Nueva Mente

Sé que puede parecer idiota hacer una crítica sobre una película que te han puesto en el avión. Sobretodo porque la has visto en unas condiciones fatales, dejándote los ojos en una de esas diminutas micro pantallas, cebándote por pura desidia de esa comida horrorosa que te sirven, y removiéndote en el potro de tortura que se ha convertido el asiento tras nueve horas de vuelo, pero créanme, la película tenía mucha miga. El vuelo que tomamos de Londres a Denver, ponía entre horrorosos bodrios como Yo la letra y tú la música / Music and Lyrics (convenientemente doblada a ese novísimo idioma creado por los estudios americanos, el chicano-español-neutro) una película que llevaba tiempo queriendo ver: Factory Girl (2006). Una feliz coincidencia, que se dice, teniendo en cuenta que me había llevado para leer en el avión las mil páginas de intranscendencia que componen los Diarios de Andy Warhol. La película era... pues... una de estas peliculitas sobre otro de los perritos falderos de Warhol, algo que se ha convertido casi en un género cinematográfico por si mismo; o sino, recopilemos cronológicamente: Factory Girl va sobre Edie Sedgwick la superestrella warholiana de los sesenta, y I Shot Andy Warhol (1996) refleja la vida de la corajuda feminista Valerie Solanas que en su delirio paranoico atentó contra la vida del genio mecánico. Finalmente, Basquiat (1996) cuenta como el famosísimo artista de color acabó sus días como pintor de la corte del Rey Sol del aburrimiento, Andy Warhol, allá por los ochenta.





Todas ellas, además de tratar sobre el círculo vicioso de Andy, tienen un punto en común, son pura televisión por cable. Es decir, son pura intranscendencia en una mezcla constante de formas (como si se zapeara) y en una fasciculización -de fascículos, vamos- del momento artístico que reflejan. Pero, eso sí, de las tres Factory Girl, es la que parece en un principio la más interesante porque es la que mejor conecta con los tiempos que corren, al ser la fama su tema principal. Pero, paradójicamente, es la que acaba siendo la más banal de todas. Tanto es así que se podría subtitular "Warhol abducido por el Canal Historia" porque ¡¡que reconstrucciones más disparatadas y que melodrama más absurdo!!. ¿Cómo se puede hacer una película tan idiota con una vida tan interesante? Porque, la verdad, todas estas historias, estas vidas (la de Edie, Valerie y Basquiat) tienen su fuerza al tratar temas como el vampirismo del poderosos, en este caso, el de Warhol convertido en un Rey Midas de la banalidad (todo lo que tocaba se convertía en banal). Amén de relatar la ostentación de los privilegiados por la varita mágica del rey del pop, para seguidamente relatar su caída en desgracia... vamos, los grandes clásicos. Pero no, en vez de ser hondas reflexiones sobre la fama y el poder, acaban convertidos en melodramas de sesión de tarde más o menos camuflados por un barniz intelectual.




Si para el director del film Edie es pura carne de serial radiofónico, para Warhol, Edie es una obra de arte. Del mismo modo que los estudios cinematográficos cogían a una palurda de Oklahoma, le arreglaban los dientes y le enseñaban a girar con un largo vestido de noche, Warhol cogió a la sofisticada Edie para transformarla en la superestrella del cine underground. Lo que Warhol hizo con Edie, a parte de una judiada, fue una reflexión viviente sobre la fama y sobre la construcción a tiempo real de una gran estrella en un periodo en que tal concepto estaba en claro declive … y que ha seguido declinando hasta llegar a Paris Hilton. Es por este motivo por el que la historia de Edie está más cerca estéticamente, por ejemplo, de la famosa serie de fotografías de Cindy Sherman, donde la artista toma las clásicas poses de las heroínas cinematográficas de los 40 o los 50 para reflexionar sobre los roles tradicionales de la mujer, que de esta fotonovela que es Factory Girl. Porque vamos, la película se acaba pareciendo a esa famosa sección que tenía el Pronto "¿Qué hubiera sido de mi vida si... hubiese sido utilizada por Andy Warhol?". Un Andy Warhol por cierto, fatal, , fatal, fatal, fatal, interpretado por Guy Pearce, uno de esos mostrencos australianos que se llevan tanto ahora en la cinematografía; uno de esos con pintas de poder derribar y marcar a un antílope y que aquí ¡¡¡ interpreta a Andy Warhol!!! que era una cosita así como escuchimizada y enfermiza, verdad. Pero ojo, que Guy Pearce tiene sus recursos actorales que se dice, y sabe que para interpretar a Warhol solo hace falta ¡¡¡poner la boquita de piñón!!!. Un sencillísimo truco que hará que el respetable se olvide de los poderosos tríceps y bíceps (la escena en que se le anuncia la muerte de Edie merece un premio Ratzinger de esos que dan a los peores actores). Eso sí, la actriz de que hacía de Edie, Sienna Miller, estaba simplemente deslumbrante, algo que tiene mucho merito si pensamos en el disparate en el que estaba sumida. Una actriz a la que seguir muy de cerca que se nota que la chica va a hacer carrera –tiene cinco películas a estrenar-.





Vamos, que toda la parrafada de arriba y la angustia de no poder moverme en el avión porque tenía a un señor del Medio Oeste dormido en mi hombro, me levó a preguntarme: ¿ y por qué demonios no hacen una peli sobre Warhol himself, o sea, sobre el mismo y su mecanismo?. Pues porque con toda probabilidad hacer una biografía convencional, un melodrama al uso sobre Warhol sería toda una idiotez: sería mas o menos una película sobre un niño autista que no logra superar su enfermedad, y… “fin”. Y hacerla hasta sus últimas consecuencias estéticas sería muy arriesgado, cosa que me di cuenta porque en la contraportada de los Diarios de Andy Warhol había una frase de Ballard , el escritor de Crash ( en el que se basó la película del mismo nombre) o La isla de cemento (que cuenta como un hombre queda naufrago en la isla de una autopista, como un nuevo Robison Crusoe), una frase que decía: “este libro es la polla”… esa era la idea general, vamos. ¡¡Claro!!, los diarios de Warhol son puro mal rollo posmoderno, pura cháchara vacía, la nada más absoluta. Como cuando Bret Easton Ellis se pasa páginas y páginas de American Psycho describiendo los caros vestidos del yuppie asesino o como cuando a Chuck Palahniuk se le va la cabeza y relata con pelos y señales las paranoias de sus protagonistas al oír la megafonía de los supermercados: “Mary vaya a caja 10” en la clave usada por los supermercados King Supers significa “Ataque químico, huyan”. Ese tipo de cosas que nos llevan al bostezo modernista y a preguntarnos “¿Por qué demonios me estoy leyendo yo esto”. Los diarios son exactamente así: “fui a tal fiesta, estaba Liza Minnelli metiéndose coca a palazos (sic), fui a otra fiesta…”. Vaya, que no hay narración, ésta queda eliminada por la repetición ad nauseam de fiestas y por un desfile sin sentido de gente famosa en un mundo como de La Dolce vita (1960) de Fellini. Aunque hay quien dice, Truman Capote opinaba así, que Andy Warhol ya tenía su propia película: Being There (1979) traducida muy malamente aquí por “Bienvenido Mr Chance”, la historia de un autista interpretado magistralmente (que se dice) por Peter Sellers que consigue llegar a presidente de los Estados Unidos a base de repetir frases de la tele que sus oyentes toman como grandes y misteriosas enseñanzas. Lo que Warhol opinaba de Capote en otro momento.





Nueva Carne
No puedo evitar contároslo. Al llegar a los EE.UU., una de las almas caritativas que nos ayudó a americanizar pensó que no era posible (o creíble) que en Valencia no tuviéramos televisor, que no lo teníamos, y que eso había que solucionarlo, pero ya. Y nos dejó una tele con su correspondiente toma de antena para la televisión por cable: ¡¡¡que mundo!!!. Esto es como si eres vegetariano y abstemio, y de repente sólo comes carne cuando te entra hambre por el bajón de heroína. ¡¡¡ Que cosas estamos viendo!!!. Hay un canal que se llama TLC, conocido popularmente en casa como el “canal de los tarados”, que es un canal especializado en docudramas 24 horas non-stop, pues sobre gente que tiene cosas que contar: los locos, los deformes, los borrachos, los gordos hasta la inmovilidad. Ese tipo de gente. Por las mañanas son más suaves, en horario infantil ponen “El primer día en casa” en el que vemos como los padres recientes reciben en casa a esa rana arrugada que es su vástago. Pero por las noches, ¡¡¡uhuuu!!!, eso es territorio salvaje, hacen un programa sobre, como decirlo de una forma políticamente correcta, sobre gente verticalmente limitada, vamos, enanos. Que para más guasa se llama “Little people, Big World”, que tiene cojones la cosa. En el programa vemos desarrollarse la vida diaria, y aburrida como la de todos, de una familia de enanos que también tienen unos hijos verticalmente desarrollados, pero que son muy sosos. El otro día asistimos estupefactos, entre grandilocuentes juramentos de no volver a ver tamaña mierda nunca, a la operación de unos de los enanos para ganar unos centímetros. Y entre el estupor y las risas nerviosas pensamos en ese castizo dicho: “eso es como comprarse un circo y que te crezcan los enanos”… y nos acordamos de nuestra soleada, mediterránea y racional Valencia y sus bonitos espectáculos de los bomberos toreros.





Besos y abrazos, de vuelta al blog el segundo día de Paris AJ (After Jail… como dijeron literalmente ayer en un programa de gentes del espectáculo).



Os dejo con estas imágenes de la caridad bien entendida, que todos tenemos nuestras historias:





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