Tuesday, November 20, 2007

BESTIARIO FOTOGRÁFICO


Sé que estas no son formas, la verdad, que los blogs son para actualizarlos, y para seguir expandiendo la sabiduría de una manera gratuita e insultante. Además, escribir aquí me sirve para mantener contacto con vosotras queridas lectoras, y para, como un pintor plenairista, practicar mis artes en plasmar ideas con pequeños retazos. Que es, en definitiva, lo que he estado haciendo todo este tiempo encerrado solo en una biblioteca como un eremita. Allí, en aquella desoladora soledad me vino a la cabeza una interesante pregunta: cuando un hombre se equivoca en medio de un bosque y no hay ninguna mujer para oírlo, ¿sigue equivocado?. Así que decidí sacudirme esta duda, haciendo lo de siempre, equivocarme en las plazas públicas.

Hemos vuelto

A este encierro bibliotecario se tiene que unir una serie de catastróficas dichas como una visita interminable de la familia, que se me escharrara el ordenador y que estableciera el sagrado vínculo del matrimonio con mi “compañera”, como se decía en la Transición. O sea, que ahora y a los ojos del estado de Nevada, ya que la boda se celebró en Las Vegas, soy un hombre casado. ¿Qué como me siento?. Pues me siento deslumbrante, la verdad, primero porque no sólo he descubierto la gran vocación de mi vida, escribir, sino que también he encontrado a una persona a la que molestar a lo largo de toda mi existencia (tener objetivos siempre es agradable). Pero dejemos de hablar de mi, y volvamos a lo que nos interesa o sea la cosa esta de la cultura.




Una visión pop del matrimonio

Con este artículo quiero comenzar una serie de cortos artículos semanales titulados “Bestiario Fotográfico” en los que comentaré unas cuantas fotografías que me han sorprendido agradablemente durante mi estancia americana, y a las que he podido tener acceso gracias a los impresionantes fondos de la biblioteca de la universidad de Colorado (ole). El primero de los números está dedicado a una fotógrafa español, una que, y perdonen por el chauvinismo, le podría cerrar la puta boca a Diane Arbus. Fíjense lo que les digo. Cristina García Rodero es una de las grandes fotógrafas de la historia de España, y si me apuran del orbe entero, y desde el mismo momento en la que una fotografía suya cayó en mis manos le he dedicado devoción eterna como a una de esas vírgenes cerosas y sangrantes que pueblan Castilla la Vieja. No en vano publicó el impresionante libro “España oculta” en el que se recorrió de arriba abajo esa España poco o nada europea, sacando los ángulos más feos, degradantes y brutos de nuestros ritos colectivos, que son, en última instancia y a falta de unos buenos golpes de estado, una de las principales manera de mostrar nuestro carácter colectivo: bestias como un arado, católicos a marcha martillo y juerguistas hasta la extinción de la Raza. Fotografías que podían acompañar el famoso chascarrillo: “me habéis matado al chiquillo, pero ¡¡¡que fiestas hemos pasado!!!”.







Precisamente las fotos reservadas a los entierros de niños son de lo más impresionante del libro. Más aún porque, a título personal y tras haber trabajado cuidando a críos, la muerte de un niño es para mi uno de los grandes tabús. Algo simplemente que no puedo concebir… por eso esta última foto me ha dejado de piedra. Me he pasado semanas enteras pensado sobre ella, y volviendo a mirarla, y remirarla. Pero vamos a ver, en esta foto, exactamente… ¿qué está pasando?. Que una familia ha ido a comprar un ataúd a la ciudad y de vuelta a casa se ha parado a tomar un aperitivo. Que están de entierro y se han parado a desayunar… más que nada por aquella cosa de que los enfermos a veces se ponen cabezones y no se acaban de morir, y como decía Luis Carandell, en las casas a veces se podían oír cosas tan poco cristianas como : “Aquí ni se muere… ni cenamos”. Y claro, con el hambre acumulada y la faena hecha, ¿qué mejor que un buen desayuno?. Pero el dueño del establecimiento quizás les dijo que entrar un cadáver al bar como que estaba feo. Así que decidieron cabalmente dejar al finado encima de las Pepsicolas, las Mirindas, y los cascos vacíos (que, por aquel entonces, si devolvías los cascos te daban 25 céntimos). En fin, alúmbrenme, si alguien encuentra alguna explicación complementaría a la del puro bestialismo, me la dicen y a lo mejor recupero la fe en el ser humano en general, y en el ser humano íbero en particular. A vernos…






Pd: El imbécil del Miquel Barceló poniéndose panteísta o algo similar decía en El País de este fin de semana que los sabores de su vida eran “sal del mar, la cervezas y los canutos”… los de mi infancia, y los de aquí retratados se podrían también resumir en los sabores de “la hostia consagrada, los boquerones y la cerveza”, y olé.

Pd: Les dejo en "Nos entra por los ojos" de España hablando de la homosexualidad... ahí es nada.


3 comments:

Anonymous said...

¡Qué alegría! Echábamos de menos por aquí tus estimulantes textos. Como dices, Cristina García Rodero es una de las grandes fotógrafas del orbe, efectivamente. La serie esa sobre la España oculta es impresionante, como la que hizo sobre los rituales en Haití. Y la foto del ataúd es increíble: ¿qué hacen en el bar llevando un ataúd de un niño?. Cualquier explicación posible es siniestra, siniestra.

Da gusto leer eso de "me siento deslumbrante". Brindo por ello.

Anonymous said...

Espero poder decírtelo in person proximamente, WELCOME...Por lo de las fotos, la del ataúd impresiona pero me ha parecido más impactante la de los sujetos, y pistola? en la sien. La del ataúd infantil tal vez obedezca a un dicho de mi madre que es algo asi como "Nena: no te vayas de vacio" (Criptico y claro a la vez?, nunca lo he entendido del todo y además es versátil y sirve para un montón de ocasiones totalmente diferentes). Estoy con Olenska en lo de que da gusto leerte deslumbrante. Gracias por la parte que me toca en lo referente al club de lectoras.

Anonymous said...

Solo paso por aquí para pedir humildemente que nos pongas algo en el blog, que tenemos ganas de leer uno de tus fantásticos textos, que los echamos de menos, que necesitamos soma. Una del club de lectoras.