YO nunca he pretendido que este blog fuera una especie de diario, es decir que mi ego se impusiera a la crítica cultural y que esto acabara, ya saben, como uno de esos sitios que explican “comí unas lentejas vegetarianas riquiiiiisimas”, “hoy me bajó la regla” o “me gusta mucho el autobús número 7”. Sin embargo al evitar esa imposición, me abstraigo del que es uno de los grandes debates del cine contemporáneo: el “yo” a 24 fotogramas por segundo (o a 12 si lo ponen a doble velocidad). Es decir, ¿se han fijado que gran parte del cine contemporáneo, y entiendo ese término como el cine desde los 60 para adelante, se basa o bien en el ensalzamiento o bien en la negación del ego?. Piensen en todo Woody Allen, y en gran parte de Fellini o Bergman, cineastas que vomitaron sus distintas paranoias en películas más o menos acertadas. Piensen en la cantidad de películas donde el personaje principal, bien sea el real o inventado, se confiesa ante la cámara; piensen en ello y pregúntense pasmados: ¿qué es una confesión sino un ego canceroso y enquistado?. Piensen, por citar aleatoriamente, en las confesiones sentimentales que encontramos en A Complete History of My Sexual Failures (2008), I Am a Sex Addict (2005), o Alexandra's Project (2003). Piensen en ello, y abran los ojos, almas de cántaro, que aquí quien no saca a pasear su ego es porque no quiere, y no sólo los directores de cine sino también el común de los ciudadanos-espectadores. Aquí quien no te cuenta sus miserias en facebook, es cazado por un psicópata a través de tuenti, expone sus explosivas ideas políticas en un blog o enseña sus genitales en XTube.
Esta estética de la confesión a lo loco, este hablar de uno mismo por no callar, está tan extendida que ha acabado alcanzando al cine, porque no podríamos pensar en Vicky Cristina Barcelona (2008) como en un blog de dos americanas pavas, de dos pijas de Baja California contando sus correrías españolas. Un blog contado en tercera persona, pero un blog al fin y al cabo. Seamos sinceros, sólo en un blog se podría leer/escuchar una estupidez de este calibre: “Vicky se paseaba por Barcelona buscando medios de expresión”. Ayyy, Wudy Buddy, que necio eres, y que machista, y que morro le echas... En fin, la decepción no fue sino en aumento porque la gran línea que debería haber cerrado esa infamia audiovisual era “y después de aquel verano nunca volví a ser la misma…”, y creo que la finiquitó con alguna manida frase intelectual sobre la necesidad de cambiar para acabar siendo el mismo. Y en eso, mira, acertó: somos siempre los mismos necios, pero distintos, los que año tras año vamos a ver tus bodrios. Menos mal, y fíjate lo que te digo, que el PLAN BOLONIA va a acabar idiotizando a los únicos seguidores que te quedan, esto es, los licenciados, los universitarios, y los profesoras de secundaria europeas. Mira, algo bueno tenía que tener.
Ahora piensen en la otra tendencia del cine de autor contemporáneo, en cómo ciertos autores han ido negando sistemáticamente la psicología de los personajes. Esta tendencia nació también en los 60s cuando los directores de cine, los situacionistas y la gente decente se hizo este planteamiento: a raíz de los últimos acontecimientos mundiales que incluyen guerras, magnicidios, hambrunas y revueltas hemos llegado a la conclusión que el mundo ya no tiene sentido. Y si no tiene sentido, no vamos a contar las historias como si lo tuviera, es decir, ¡¡viva los saltos temporales, los saltos de eje y los personajes atrapados por la cámara!!. De este modo las películas de Antonioni y de los directores franceses se llenaron de diálogos de besugos “- Buenos días – Buenas tardes - ¿Tiene sardinas enlatadas? – Mi prima es de Cangas de Onis” y de ese tipo de cosas. Con ello se acabó con la psicología que marcaba la causalidad de las acciones de los personajes del cine clásico. Está bien, lo reconozco, la anterior frase es muy larga y tiene muchos “des”, así que se lo voy a explicar de otro modo, fíjense que diferencia y que gusto:
- Típico relato del cine clásico: chico conoce a chica, muchos obstáculos los separan, logran superar estos obstáculos a través de una serie de desventuras y enredos que no hacen sino fortalecerlos como personas y por ende su relación.
- Típico relato del cine de autor (post 60s): chica conoce a chico, esa misma mañana se encuentra un perro abandonado, lo sigue, acaba en una barriada pobre, habla con una prostituta, la prostituta se ríe escandalosamente, ella siente angustia, huye, pilla un taxi, acaba en una fiesta, conoce a un checo, la fiesta se alarga, van a disfrutar del amanecer en una playa, alguien pesca una raya, el checo recita a Vítězslav Nezval “Byl jeden král, byl starý / už netěšil ho svět / Netěšily ho dary /Ten král rád jedl med!”.
Pues del cielo a la tierra óigame. En verdad y con la mano en el corazón nos comportamos más del segundo modo que del primero. Además esta negación de la psicología del personaje nos ha llevado a la que creo que es la gran poética del cine contemporáneo, el autismo. No se pierdan ahora y síganme el hilo: ¿qué es lo que tienen en común el cine de acción, la comedia más estúpida o la película de autor más moderna y sesuda? Que los personajes no tienen psicología, que no tiene un yo construido y que actúan o aleatoriamente o siguiendo las reglas del género (por ejemplo, Rambo mata por matar). A mí eso me encanta, de verdad. Disfruto las historias en que los personajes, aún metidos en la acción, parecen estar pegados al celuloide, como en un collage. Mis preferidos: los personajes de Gus Van Sant (cuando se pone raro) y Ming-liang Tsai el de Tian bian yi duo yun / El sabor de la sandia (2005), que unió en esa película los tres estilos más autistas de la historia del cine: Goddar+Porno+Musical. Pero de esto ya hablaremos otro día, que este post venía a hablar de mí mismo y de los acontecimientos que me han llevado a la situación en que me encuentro…
“Querido diario…” estoy metido en una espiral de mal karma. Desde que subí mi último post parece que me haya mirado un tuerto. El mismo viernes que íbamos a ver a Jonathan Richman, la grúa se llevó el coche de mi mujer, lo que, a su vez, nos obligó a realizar un enloquecido viaje urbano para recogerlo a las afueras (eran fiestas en mí ciudad y el transporte público estaba hecho un asco). Pero pese a ello, nada parecía alterarnos porque debido a la crisis llevábamos dos meses sin salir y esa noche iba a ser la nuestra. Richman empieza a tocar, yo estaba a dos metros del suelo, y una tía, bueno… una perra que teníamos detrás, ¡¡¡vomita encima a mi mujer!!!. Mal rollo garantizado. Acaba la noche, y pienso “mañana me desquito saliendo con unas amigas”. Acabo de cenar al día siguiente y sufro un aparatoso esguince que me hace entrar en el recorrido de urgencias-médicos que me abroncan-y reposo de 15 días. Eso, a su vez, me obliga a ver un buen montón de películas, la mayoría suministradas por mis amigos de café y cigarrillos, blog donde entre link y link discuten de cosas tan interesantes como permitirse “el lujo de ser subjetivos” en las críticas que acompañan las películas colgadas. A mí, personalmente, la mayoría de crítica me ha parecido muy poco subjetiva, a mí me gustaría que los críticos y los chicos de café y cigarrillos me contarán donde han visto o porque les gusta la peli, si cuando la vieron tenían un mal día, si les gusta porque les recuerda algo, o si les insulta porque se consideran mujeres inteligentes u hombres sensibles… vamos un rollo más Facebook.
Esa es la crítica que venía a hacer aquí, una crítica hecha desde mi experiencia (que lastre), mi ignorancia, y mi situación: de cubito prono, con la pierna levantada, y de un humor de perros porque todo el mundo se divertía a mí alrededor menos yo. En esa posición vi una de las películas más bellas que he visto en mi vida, una llena de personajes cotidianos, encuadres bellísimos y frases idiotamente filosóficas. Pero para hablar de ella deberíamos esperar al siguiente post...
2 comments:
Realmente, creo que toda expresión artística es indefectiblemente egocéntrica y onanista... lo que no quiere decir que un blog egocéntrico y onanista sea una obra de arte.
Tiempo atrás tuve un profesor que decía que la literatura era como un striptease al revés, es decir que uno iba tapando su verdadero ser para lograr esa pieza que en el fondo no hacia mas que hablar de uno mismo. Creo que este mismo concepto puede aplicarse a cualquier obra.
Todo está en la habilidad que tenga uno para vestirse, no necesariamente en quien es uno o de que ropas se ponga. Woody Allen hablando de Woody Allen solo le va a interesar al psicólogo del señor Allen. Sin embargo, en los casos en que ha logrado ocultarse correctamente nos habla de la soledad, la paranoia, los miedos, etc (aunque en el fondo siga hablando de él mismo).
Existe un grupo selecto que brilla por su propio ser, eso que llaman farándula, que lo único que hacen para ser famosos es ser famosos, y la gente los aplaude por ello. Creo que es eso lo que busca el común de los mortales al iniciar un blog que hable de las lentejas que comieron o de la regla que les ha bajado (mis mas sinceras felicitaciones, Nacho por haberte convertido finalemente en señorita).
Perdón si me excedo en longitud, pero no se puede responder a una maratón con una carrerita a la esquina.
Muy buen post, Nacho. Y si la pierna le permite ver más cine, rompase también la otra, que tanto.
que bonita pelicula, y que mala leche has tenido estas semanas. Me alegro mucho que al menos vieras cosas bonitas mientras nosotros celebrabamos la primavera quemando la ciudad en Fallas.
recuperate!
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